Me
gusta esta versión porque la escuché de muy joven y se me hacía divertida. Hoy
la veo con otros ojos y tiene un nuevo significado. Cuando Willie Nelson y Slim
Pickens (su amigo de cabello blanco) recuerdan, mientras van en su autobús, los años que llevan juntos recorriendo el camino con su música y su guitarra,
de alguna manera me veo reflejado ahora que he andado en la ruta por muchos
años, y ahora busco nuevamente volver a la “carretera”,
“Like a band of gypsies we go down the highway
We're the best of friends
Insisting that the world keep turning our way and our way
Is on the road again…”
We're the best of friends
Insisting that the world keep turning our way and our way
Is on the road again…”
”Como un grupo de gitanos por la autopista,
Somos los mejores amigos
Que insistimos que el mundo sea a nuestro
modo, y nuestro modo
Es de nuevo en el camino…”
En
mi oficio, la razón de ser de un miembro del Servicio Exterior es, como su
nombre lo indica, servir en el exterior. Y en mi caso, después de 3 años de
regreso en la Patria, considero que es tiempo de tomar camino nuevamente a
donde se nos requiera. Sería un viaje con la familia y la casa, y todo el
bagaje que hemos acumulado en este regreso a los orígenes.
El
volver al exterior es un ansia, un llamado, toda vez que el arraigo a la tierra
ya no existe, ahora nuestras raíces están en una maceta que se mueve a donde
“las necesidades del Servicio” lo requieren. El salir será dejar atrás nuevos
amigos o los que uno ha encontrado o reencontrado en esta etapa, pero también
será romper inercias nocivas, cerrar círculos.
Los contactos deseados seguirán, gracias a las
maravillas de la tecnología: Skype, whatsapp, feisbuc (¿se acuerdan?) y todas
esas monerías que permiten que una persona esté en comunicación con otra, sin
importar en qué parte de la Tierra se encuentren.
Los
que no lo son, se dejarán atrás y la distancia será defensa para verlos
desaparecer en el horizonte.
También
será la oportunidad de reagrupar a la familia, que ha resentido este regreso de
manera por demás profunda… la amargura y el enojo por dejar atrás el entorno
que siempre fue amigable ha persistido, a pesar de los múltiples intentos de
hacer de este lugar un sitio hospitalario, o por lo menos llevadero. Lo que
cada uno pudo lograr para hacer la estancia menos difícil es lo que ha hecho
que el vivir el día a día fuese tolerable y, hasta cierto punto, agradable.
Ya
despedimos a nuestros ancestros. Los vínculos con la Patria son cada vez más
frágiles y raquíticos, y dan pie a que, quizá, sea la última vez que residamos
en ella antes de jubilarme, en unos 10 años.
La
idea de salir es crecer, dar el siguiente salto dentro de la carrera, demostrar
que la experiencia adquirida en 17 años en el exterior y 3 en la Patria, ha
logrado un funcionario capaz de un puesto mejor.
Para
la familia es liberarse del entorno hostil del que hablaba más arriba, dejar
atrás todo aquello que no ha reportado más que sufrimientos, dolor, tristeza,
ira… la urgencia de largarnos de aquí de inmediato…
Esta
salida debe ser un eslabón más en la cadena de éxitos, ahora en un nivel mayor,
con mayores alcances, con mayor proyección y, claro, con mayores
responsabilidades y, quizá, con algunas privaciones y sacrificios: poco tiempo
con la familia, menos privacidad, menos tiempo de uso individual para un hobby,
un antojo… (Y no es que ahora tenga ese tiempo, es un lujo del que gozo en
contadas ocasiones y no como yo desearía. La idea es que el exterior, aunque
sea en un puesto de mayor responsabilidad, dé a cambio un poco de tiempo para
salir del título y sentarse a la mesa a tener un pasatiempo o, al menos, un
rato de relajamiento).
Hay
expectativas altas por esta nueva etapa, se busca que sea un lugar que nos dé
un nivel de vida agradable, un salario que nos ayude a salir de deudas,
escuelas que permitan a los chicos aprender una carrera, gente amable que nos
reciba y gane nuestro aprecio, así como nosotros lograr los de ellos… comenzar
de nuevo…
No
somos ingratos de lo que en este período hemos recibido. Ha habido momentos
hermosos y lágrimas derramadas. Momentos de alegría y de dolor, de triunfo y
derrota. Episodios en que hemos demostrado el temple y en los que la debilidad,
la mediocridad y la pusilanimidad han sido la marca. De todo lo recibido,
gracias dadas.
Será
empezar de nuevo en un lugar nuevo, pero con más y mejores esperanzas y sueños
que los que nos llevaron de regreso a la Patria. En esta actividad, el iniciar
en un lugar nuevo es un modo de vida, es un mecanismo de arder en la despedida
y resurgir de las cenizas en un nuevo comienzo, al modo del Fénix. Y esperamos
con ansia llegar al momento de ver la casa vacía, las cajas de nuestras cosas
siendo subidas al transporte, dormir la última noche en algún hotel o en casa
de algún amigo, y llegar al aeropuerto temprano para emprender el vuelo. Salir
de la aeronave y recibir la brisa, o el calor, o el frío, de nuestro nuevo
destino, tomar una gran bocanada de aire y emprender camino hacia esta nueva
experiencia, con los misterios y retos que pueda depararnos.
Es
el continuo ciclo de los que vivimos en el exterior