09 junio, 2024

Mi ciudad

Cuando uno ha vivido en el exterior, uno se amolda a los lugares en que le toca vivir, pero siempre conservando el recuerdo y la nostalgia por el sitio de donde uno es originario.

Esta es la ciudad.


Me recuerda mucho el inicio de una serie de policías de los sesentas y setentas, donde el Sargento Joe Friday, de la Policía de Los Angeles, interpretado por el actor Jack Webb, iniciaba cada episodio de la serie con esa frase en una lacónica voz, y una vista panorámica de Los Angeles. En este caso, no vamos a buscar a ningún criminal que afecte la vida de los ciudadanos de nuestra ciudad.

Platiquemos de la ciudad en sí.

Soy de la Ciudad de México, antes conocida como Distrito Federal, por ser la sede de los Poderes de la Unión, como establecía la Constitución de México. Sin embargo, por su crecimiento e importancia, se levantaron voces de que fuese elevada al nivel de un estado, siendo el estado 32 de la Federación. Sigue estando aquí la sede del Poder Ejecutivo, el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero ya tenemos un gobernador, llamado "Jefe (o Jefa) de Gobierno", un Congreso local y un Poder Judicial autónomo.

Esta megalópolis de más de 20 millones de habitantes ha crecido desproporcionadamente, invadiendo cerros de los alrededores, y si uno va a un edificio de mediana altura, puede ver como la mancha urbana se extiende casi hasta perderse en el horizonte.

Nuestra gloriosa ciudad fue fundada en 1521, a la caída del imperio azteca o mexica, y la destrucción de la esplendorosa Tenochtitlan, durante la presencia del Imperio Español. Las pirámides cedieron su lugar a los edificios y palacios de cantera, que serían la residencia de los nuevos regentes, y espacio para sus funciones de educación, gobierno, culto y administración. La que fuera la Plaza Mayor de Tenochtitlan se convirtió en la Plaza de Armas de la nueva ciudad, con mayor sabor europeo, más familiar para los recién llegados.

Y de este núcleo persisten, hasta el día de hoy, numerosos edificios y templos que han llegado a nuestros días, después de peripecias y usos diversos, acordes a los tiempos y tendencias de la época. El llamado "Centro Histórico" ha sabido conservarse por la decisión de gobernantes que han reconocido su valor artístico e histórico, reparándolos y conservándolos en condiciones para ser usados de forma práctica, pero sin perder su regia presencia. Algunos siguen siendo edificios públicos, otros han sido transformados en hoteles, restaurantes, museos, u otro uso que haga interesante su permanencia. Muchos ya están declarados como "patrimonio histórico y cultural de México". Otros no han tenido esa suerte, y permanecen abandonados, en decadencia, guarida de vagabundos y plagas, pero no pueden ser demolidos por estar en el Centro Histórico, o tal vez por disputa entre herederos del antiguo propietario, o vayan ustedes a saber la razón.

La Ciudad de México, o su acronismo CDMX, es un sitio de fuertes contrastes, producto de su crecimiento y el avance de los tiempos.

Partes de la ciudad antiguamente eran poblaciones a las que se llegaba a caballo, o en calandria, o carruaje, o carreta. Bueno...hablamos de los 1700s y 1800s. ¡Incluso al inicio del Siglo XX! Colonias y sectores como Tlalpan o Coyoacán eran destino de excursiones de casi un día. Hoy son colonias, o barrios, a los que se llega en cosa de minutos, u horas si el tráfico está pesado, y son de lo más cotidiano en el imaginario de nuestra gente acá.

El fenómeno de crecimiento de la ciudad ha hecho que partes de un estado vecino se vean como partes de la CDMX. La zona conurbada ha asimilado sectores del vecino Estado de México, al grado que la forma de demarcar los límites de la CDMX y el EdoMex son letreros, ya no hay campo abierto u otro elemento de entorno que señale los confines de uno o de otro.

Como en toda ciudad de gran tamaño, hay barrios de ostentosa riqueza, y barrios de alarmante carencia. El contraste entre Las Lomas o Santa Fe (de más reciente creación), y zonas como Tepito o La Merced, es dramático. De casas, edificios de departamentos y mansiones de lujo, fortuna heredada de tiempos pasados, o de origen próximo; a casuchas hechizas y construcciones viejas y deterioradas por la falta de cuidado, proclives al hacinamiento, con condiciones mínimas para ser habitadas (en el mejor de los casos). No existe lugar perfecto.

Con todo y todo, esta ciudad me gusta. Y mucho.

Aquí nací cuando los años empezaban en 1, la Humanidad comenzaba a aventurarse al espacio y salíamos de la Crisis de los Misiles en Cuba. Y, para quienes estos eventos no les son familiares, les hablo de 1962. El DF de los 60s era un lugar más inocente que en los tiempos actuales. Había mucha menos gente, muchos menos coches, mucho menos smog, y muchas menos cosas que ahora. Seguíamos siendo la capital del país, el lugar a donde la gente de provincia aspiraba a ir, algunos a conocer, otros a probar fortuna, otros para escapar de la pobreza. Cualquiera que fuera la razón, la Ciudad de México, Distrito Federal, era un magneto que atraía gente del resto del país.

Según los que saben de eso, es una de las que tiene el mayor número de museos a nivel mundial. De los obvios como el Museo Nacional de Antropología, el Museo Nacional de Historia (en el Castillo de Chapultepec), el Museo de Historia Natural, a museos poco ortodoxos, pero igual de interesantes e importantes, como el Museo de Geografía, el Museo de la Estampa, el Museo del Estanquillo (precedente en México de las tiendas de las tiendas de conveniencia, creado por Carlos Monsiváis con colecciones personales y su visión muy personal del DF urbano y, a la vez, lleno de peculiaridades) o el Museo de Culturas Populares, por sólo citar algunos pocos ejemplos.

Chapultepec es un lugar único. Un parque de proporciones que lo hacen llamarse el Bosque de Chapultepec, que fuera lugar de descanso de los Señores mexicas, y que se convirtió en un lugar de paseo de los habitantes de la Ciudad de México y, en lo alto de un cerro, lo contempla, imponente, su Castillo, que fuera residencia presidencial, palacio imperial, colegio militar y, ahora, el Museo Nacional de Historia, en donde se concentran los testimonios y las reliquias de nuestro pasado como nación, desde las primeras banderas que nos dieron identidad, hasta los tiempos de la Revolución de 1910, de donde surgió el México moderno, del cual hoy somos parte.

Los habitantes de la CDMX tenemos muchas opciones para divertirnos: cines, teatros, bares, arenas para ver lucha libre (lo mismo si se es "técnico" o "rudo", ahí puede uno gritar a todo pulmón: "¡MAAATAAALOOOOOO!!!!!"), centros de espectáculos... En fin. De todo para todos los gustos, y a costos al alcance de casi todos los bolsillos. Lo mismo se pueden pagar algunos pesos por la entrada a un cine, que varios miles por ver el concierto del artista de moda. Usted escoja.

México fue, por mucho tiempo, profundamente religioso. Ahora, las nuevas generaciones ya no son tan apegadas a la religión. Pero nuestro pueblo se presumía de ser cristiano, católico y, sobre todo, guadalupano, aduciendo a la devoción a la Virgen de Guadalupe. La aparición de la Virgen Morena, como acá le decimos, en el Cerro del Tepeyac, durante el período de la presencia española, ha sido un símbolo que ha marcado la fe de los mexicanos por siglos. La tilma de Juan Diego, ahora San Juan Diego, con la imagen de la Virgen, ha sido un ícono venerado por los mexicanos de todos los estratos, y es visitado anualmente por millones de personas en la basílica que dijo le fuera construida. En la conmemoración de su aparición el 12 de diciembre, las multitudes se aglomeran a las afueras del templo desde temprano, en la madrugada, para cantarle "Las Mañanitas", nuestra canción de cumpleaños, en los primeros minutos de la fecha, en sentida serenata a la Reina de México. Mi ciudad tiene el privilegio de ser el sitio de reunión de todos los guadalupanos de México, y de todos los países del mundo en donde se venera a la Virgen de Guadalupe. 

Me encanta mi ciudad. Si bien no la conozco en su totalidad, ni mucho menos (creo que hay muy pocos, fuera de taxistas y repartidores, que la conocen en su mayoría), la disfruto mucho. Me encanta pasear por algunos de sus parques como la Alameda, en el Centro Histótico, y que se remonta al Siglo XIX, o en Chapultepec, que he caminado en algunos pequeños trechos. Las calles del Centro son interesantes, plagadas de comercios que invaden las banquetas, o aceras, ofreciendo de todo, desde piezas para reparar aparatos electrodomésticos, que muñequitos de animé japonés, juguetitos baratos y de dudosa calidad, baratijas, regalitos de temporada, electrónicos de bajo precio, libros de segunda mano, entre otras muchas mercancías. Músicos y artistas callejeros que nos ofrecen diversas opciones de música, desde rock, hasta jazz (aunque usted...¡no lo crea!), bailarines, cantantes, o gente de campo que toca un violín ya de mucho uso y que suena algunas notas de una melodía.

A veces me da por buscar lugares de mi pasado. La primaria en que estudié, una casa adecuada para dar clases, ya no existe. Supe que creció y se mudó a otra parte de la ciudad, aunque no ubico en dónde. Mis otras escuelas siguen ahí, ya crecidas y con diversidad de alumnos, ya que antes eran sólo para varones (creo que ahora, por disposición oficial, las escuelas deben ser mixtas, pero no tengo certeza de ello. Todo eso pasó durante mi tiempo en el exterior). Alguna vez también busqué los lugares en los que vivimos con mis padres. Por la mayor parte de mi vida joven, rentábamos departamentos, y nos mudamos en varias ocasiones. Algunos de esos edificios ya muestran el deterioro del paso del tiempo, otros ya los veo diferentes. No son lo mismo los ojos del niño de unos pocos años, a los del adulto que entra al atardecer de su gobierno, como diría mi abuelo.

Una ciudad con un pasado centenario, y un futuro prometedor por el espíritu de su gente, de sus tradiciones, de su gustos cambiantes, de su modernidad que busca ponerse a la par de otras grandes urbes del planeta, con un orgullo que resuena de generación en generación. Los que nacimos aquí nos sentimos orgullosos de serlo. Es un privilegio del que nos pavoneamos, a veces, con exagerada soberbia, lo que nos gana el distanciamiento de otras partes del país. Pero habemos quienes, conservando el orgullo, sabemos que hay otras ciudades con méritos propios y que, al igual que la nuestra, merecen respeto y admiración.

Ciudad de contrastes. Ciudad de historia. Ciudad de futuro. Ciudad de espeanzas. Ciudad de cientos y cientos de historias de la vida diaria. Ciudad de gestas heróicas. Ciudad de profundos misterios. Ciudades de parques verdes y de bosques de cristal y acero. La Ciudad de los Palacios.

Esa es mi ciudad.

Un cantante de los años setentas, conocido como Guadalupe Trigo, compuso una canción para conmemorar esta ciudad,a través de diversas y hermosas alegorías, y que se llama así: "Mi ciudad". Esta es la versión original, en su propia voz, y que ha sido interpretada después por cantantes reconocidos como Lola Beltrán o Luis Miguel.


Este video, realizado para YouTube por Armando Martínez Díaz, es una muestra de lo que puede dar mi ciudad.

Mi carrera me ha llevado a muchos lugares, tanto para visitar,como para vivir. Y han sido, ciertamente, ciudades hermosas, interesamtes, agradables, divertidas y, en algunos casos, con deseos de regresar de una forma más permanente. Sin embargo, no olvido ni dejo de añorar a mi ciudad.

El amor al lugar de origen desde el exterior.


07 junio, 2024

El día más largo...

Cuando uno ha vivido en el exterior, la historia adquiere un nuevo significado, y hechos que, en muchos casos, están lejos de la vida actual, parecen que no dejan de tener vigencia.

Al escribir esta entrega es 6 de junio de 2024. Y pudiera ser un día como tantos. Pero hoy es un aniversario muy especial de un evento que cambió el sentido de uno de los conflictos más grandes en la historia de la Humanidad.

Hoy se conmemora el 80 aniversario del desembarco aliado en Normandía, Francia. El Día D.

Para dar un poco de contexto, especialmente para quienes lo ven muy lejos, ubiquémonos en 1944. Los años empezaban en 1, y lo que se llamó después la Segunda Guerra Mundial iba en su cuarto año de hostilidades entre los países del Eje (la Alemania Nazi, la Italia de Mussolini, y Japón del General Tojo) y los Aliados (Estados Unidos, Gran Bretaña, la Francia Libre en el destierro, Canadá, y otros países que dieron pequeñas pero significativas aportaciones, como México con su Escuadrón 201, pero que no participamos en el frente europeo). Los Nazis perdían terreno y batallas, y su poderosa maquinaria de guerra estaba debilitada. Por otro lado, con el refuerzo de Estados Unidos, los Aliados preparaban una contraofensiva, que era invadir la Europa continental.

Los alemanes sabían que iba a darse la invasión. De eso no había duda. Tenían a sus mejores estrategas, como el Mariscal Erwin Rommel, para preparar la defensa, y quien ordenó la construcción de fortalezas a lo largo de la costa de la Francia ocupada, viendo al Canal de la Mancha. También ordenó poner toda suerte de obstáculos en las playas para dificultar el desembarco de soldados y pertrechos enemigos. Todo lo que hiciera que la invasión fuera un fracaso en las playas mismas. Se dice que cuando hacía una inspección a una de las playas, Rommel insistía en poner más y más obstáculos. Uno de sus generales le decía que los soldados estaban ya cansados. Rommel simplemente le respondió: "¿Cómo prefieren estar los soldados? ¿Cansados? ¿O muertos?".

La pregunta clave era: "¿Cuándo". Y también "¿Por dónde?".

Los dos puntos a considerar eran el Pas-de-Calais, el punto más estrecho del Canal de la Mancha, lo que haría la invasión más fácil, pero las playas eran rocosas y con acantilados difíciles de sortear. La otra opción era Normandie, más lejos, pero con playas más manejables para la invasión, y relativamente cerca de un puerto clave: Cherbourg. El Alto Mando Aliado, encabezado por el General Dwight Eisenhower, se inclinó por Normandie.

Lo siguiente era la fecha. La planeación original era para mayo de 1944. Sin embargo, ese año presentó algunas de las peores tormentas y mal tiempo en mucho años, lo que hizo que la invasión se tuviera que ir posponiendo, hasta que llegaron a un punto en que la demora era insostenible para equipo y tropas, por lo que se movió a principios de junio. El 5 de junio, por la noche, los meteorólogos dieron una luz de esperanza al pronosticar un período de calma entre dos depresiones, empezando esa misma noche y continuando al día siguiente. Con esa señal, los generales del Alto Mando apoyaron la idea de atacar. Eisenhower, siendo el ser humano que tendría que tomar la decisión final, ponderó los riesgos de mal tiempo y condiciones adversas, y dio la orden: "adelante".

Para la medianoche del 5 al 6 de junio, cuerpos de paracaidistas aerotransportados de Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña fueron desplazados en planeadores, y saltando de transportes C-47, en diversos puntos dentro del territorio francés, cercano a las costas del desembarco, para detener cualquier posible respuesta al ataque. Apoyados por la Resistencia Francesa, cuerpo clandestino formado por hombres y mujeres decididos a liberar a Francia del yugo nazi, que saboteaba sistemáticamente instalaciones y líneas de abastecimiento alemanas, lograron apuntalar posiciones para apoyar el desembarco.

Al mismo tiempo, más de 6,000 embarcaciones de todos tipos se desplazaba por el Canal de la Mancha hacia sus posiciones para atacar cinco playas: tres para los británicos y candienses, y dos para los estadounidenses. Más de 130,000 efectivos participarían en la operación anfibia más grande de todos los tiempos: Overlord. El día D.

Al amanecer del 6 de junio de 1944, para el asombro inicial de los puntos de defensa alemanes, diversos barcos como fragatas, destructores, y otros navíos con artillería, empezaron a disparar masivamente a las playas, para abrir paso a las barcazas de desembarco. Bombarderos reforzaron esta cortina de fuego. Finalmente, alrededor de las 8:00 de la mañana, los primeros efectivos llegaron a las playas francesas.


Fuente: Google images

Ya que las defensas alemanas se dieron cuenta de que la invasión iba en serio, actuaron a toda capacidad. Ningún punto de desembarco fue fácil. Era más bien saber cual era el menos complicado y sangriento. Robert Capa, un fotógrafo de guerra estadounidense, estuvo en la primera oleada, y pudo captar una imagen que muestra la realidad del desembarco.

Fuente: Google images

Es considerada una de las más icónicas de ese episodio.

Conforme los aliados iban llegando a la playa, el fuego alemán se sentía por todas partes. Muchos soldados aliados saltaban al agua desde sus barcazas, sólo para ser diezmados por el fuego de ametralladoras en tierra. Algunos lograban llegar la playa, para pisar una mina oculta o ser heridos o muertos por fuego enemigo. Sin embargo, fueron muchos los que lograron superar los obstáculos y la adversidad del terreno y de los soldados alemanes, e iniciaron el tomar posiciones para ganar la costa.


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La batalla fue feroz, sin misericordia. Algunos sobrevivientes comentaban de que les daban un estimado de treinta minutos de vida al llegar a la zona de desembarco. Al final del día, se estima que fueron alrededor de 10,000 bajas aliadas, entre heridos y muertos. Posiblemente un número cercano a los 9,000 efectivos alemanes fueron bajas en el Día D, igual, entre heridos y muertos.

Para muchos, si no que para todos los que estuvieron ahí, fue le día más largo de sus vidas. Y muchos lo consideran el día más largo de la historia.

Hay decenas y decenas de historias que se dieron durante el desembarco en Normandie. Algunas absurdas, otras heróicas, otras tristes, todas muy humanas. Un periodista llamado Cornelius Ryan elaboró, en los años cincuentas, un muy detallado recuento de las historias de soldados que participaron en ambos lados de la batalla, contando incluso con los testimonios de los que participaron en esos episodios. Este libro se tituló "The Longest Day", "El Día más Largo". Y, por mucho tiempo fue considerado un trabajo histórico fundamental para entender ese momento clave de la Segunda Guerra Mundial. Tan importante fue su trabajo, que se hizo una película con un reparto multiestelar, y fue el propio Ryan quien hizo la adaptación de su libro para la pantalla. La película fue vista como una representación bastante aproximada de lo que sucedió en las playas de Francia en 1944, claro, con los matices de Hollywood y de la época. La producción se estrenó en 1962, con un éxito extraordinario en taquilla y en los críticos. Hoy, "The Longest Day" es un clásico del cine de guerra.

Igual que en el libro, algunos de los generales y oficiales de ambos bandos participaron como asesores para la película, para que pudieran moldear las actuaciones a lo que había sucedido en esas horas claves.

El realismo de las escenas del desembarco fue mayor muchos años después, con "Salvando al Soldado Ryan", en donde la tragedia fue plasmada de forma mucho más cruda, descarnada y apegada a los hechos del 6 de junio. Se dice que varios veteranos que asistieron a ver el filme, tuvieron que salir de la sala en shock al revivir la crudeza de lo que habían vivido en Normandie.

De hecho existe material fílmico original que se ha usado en diversos documentales de la guerra, como fue el caso de "El Mundo en Guerra", producción de la BBC de Londres de los años 70s, y que contó con abundantes testimonios de personajes relevantes y de soldados de a pie, que dieron un panorama sin añadidos ni ornamentos de lo que se vivió en el Día D.

Hoy, a ochenta años de ese significativo día, se hicieron homenajes a los caídos en esa épica batalla.




Fuente: Google images

En los países que participaron en la guerra, y que conservan una arraigada tradición de recordar estas fechas, como es Canadá (de ahí parte de mi experiencia en estas fechas), los honores a los veteranos han sido presentes en diversos eventos. En las playas del desembarco, Jefes de Estado de las naciones que formaron parte del contingente se hicieron presentes para rendir homenaje a los cada vez menos veteranos y sobrevivientes de la Operación Overlord.

A medida que esos valientes soldados van pasando a la posteridad, y que las nuevas generaciones ven ese conflicto cada vez más lejano por guerras más cercanas como Ucrania o el Medio Oriente, hay quienes se preguntan, y me sumo a ellos, si este tipo de remembranzas continuará en el futuro próximo. Los nietos de los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial son de mi generación, y nosotros ya peinamos canas. Probablemente seamos de las últimas generaciones a las que este aniversario tenga un sentido. Incluso Vietnam está cada vez más cayendo en la anécdota y menos en la consciencia de un conflicto que marcó los años 60s y 70s del Siglo XX.

Sin embargo, el eco de esos soldados aglomerados en barcazas de fondo plano, poco adecuadas para el mar agitado de las playas de Normandie de 1944, con miedo en sus corazones y el estómago revuelto por el bamboleo de su embarcación, sin saber si llegarían a tocar la playa o si llegarían al anochecer, resonará en la historia de los conflictos armados de la Humanidad.

Para la película de "The Longest Day", Paul Anka, un famoso cantante y compositor de los 60s y hasta la actualidad, fue invitado a escribir un tema para el filme. Con un arreglo de marcha militar, la canción, que se tituló igual que la producción, reflejó el sentir de los más de 130,000 soldados que participaron en el Día D. La letra puede traducirse de esta forma:

Muchos hombres vinieron aquí como soldados
Muchos hombres pasarán por acá
Muchos hombres contarán las horas
Como van viviendo el Día más Largo

Muchos hombres están cansados y vapuleados
Muchos hombres están para quedarse
Muchos hombres no verán el atardecer
Cuando termine el Día más Largo

El Día más largo, el Día más Largo
Este será el Día más Largo
Lleno de esperanzas y lleno de miedos
Lleno de sangre y sudor y lágrimas

Muchos hombres los poderosos miles
Muchos hombres hacia la Victoria
Marchando hacia la batalla
En el Día más Largo de la Historia

Si bien no me tocó vivir esa época, ni ser parte de ese momento histórico, para mí tiene un significado especial. No sabría describir con precisión en qué consiste, pero me conmueve el sentido de la batalla, el lado humano de esta operación militar. Y me hace ponerme de pie en posición de firmes, guardar un minuto de silencio y hacer el saludo militar en honor de esos valientes que lucharon en playas de un país extraño, sabiendo que tal vez no regresarían a casa y a sus familias y seres queridos, pero convencidos de que era por una causa justa y válida.

Honor a los camaradas de armas desde el exterior. 


Aquí descansa en honorable gloria
Un camarada en armas
Conocido sólo por Dios

Fuente: Google images