30 mayo, 2011

Feisbuc

Cuando uno vive en el exterior el primer peligro al que uno se enfrenta es el de perder las raíces. Al dejar atrás la tierra de uno, la distancia se convierte en el peor enemigo de la identidad. Eso de ser "ciudadano del mundo" se convierte en una perdición más que un halago.

¡Aahhhhh! ¡Pero ahora tenemos Facebook! O Feisbuc, como se lee del inglés.

Antes uno se comunicaba por correo. Las cartas hicieron legendarios a personajes como San Pablo, Hemingway, Neruda, por citar algunos ejemplos. La relación con mi familia materna fue por carta, por vivir ellos en Colombia y yo en México. Conservo como un tesoro muy preciado las cartas de mi abuelo, que fue siguiendo mi crecimiento desde la infancia hasta la adolescencia. Tengo el orgullo de decir que una de las últimas cartas que escribió fue a mí. Algunos de nosotros tuvimos amigos por correspondencia, conseguidos con alguno de los servicios que uno como adolescente podía encontrar, o más sencillo, alguien ya lo había hecho y lo convidaba a uno para lograr su cuota y lograr alguna clase de premio o recompensa. Así fue mi caso. Y cuando recibí a mis candidatas (todas chicas, tal y como lo había pedido, por supuesto), así como un formulario para invitar a mis amigos a buscar amigos (o amigas) y seguir la secuencia, ya estaba yo dentro del grupo de comunicadores epistolares que se extendía a buena parte del mundo.

Y de esas chicas que conocí, sigo en contacto con una hasta el día de hoy, españolita, por cierto. Con algunas pausas por cartas no enviadas o por demora en mandar las que ya estaban hechas, hemos seguido una amistad de más de 30 años, y sigue tan fresca como el primer día. Si me estás leyendo, amiga querida, sábete reconocida por tu prestancia y tu constancia, y aunque no hemos podido estrechar manos, sí hemos podido estrechar fronteras y distancias en nombre de una sincera amistad de toda la vida.

Por supuesto el teléfono es útil para cortas distancias y para cortas conversaciones, y no deja testimonios escritos de lo ahí dicho y compartido, salvo que uno sea de alguna agencia de la ley y decida preservar una conversación, o varias, por el noble fin de dar elementos a la justicia para ser servida. O, por el contrario, se ubique en el lado oscuro de la ley y decida conservar esas palabras para lograr alguna clase de beneficio.

Pero no salgamos de nuestro tema.

¿Qué nos falta revisar? ¡Ah! El correo electrónico. El E-mail, o imeil si tomamos el sonido de la palabra. Con la llegada de Internet a nuestras vidas, vinieron nuevos medios de comunicarse: la conversación instantánea, mejor conocida como el "chat", que hace que uno pueda platicar, en tiempo real (o sea en ese mismo momento) con otra persona, no importa en qué parte del mundo (o fuera de él, como los astronautas y cosmonautas de la Estación Espacial Internacional) se encuentre uno, solo contando con el programa o acceso adecuado, lo demás es la capacidad de comunicarse con otro ser humano. Y aunque uno puede quedarse enfrascado en un chat por horas y horas, la amplitud que da el correo electrónico para expresarse sin prisas, ni cortapisas, ni limitaciones más que el conocimiento que tenga uno de su propio idioma, o del que use uno para comunicarse, siguen siendo algo que hace la comunicación escrita algo valioso para ser preservada.

Ahora, abran paso a las redes sociales. MySpace, Hi5, Badoo… Y si uno es empresario: LinedIn, Plaxo, etc.

Y Facebook.

Las redes sociales, como su nombre bien indica, sirven para crear cadenas sociales de contacto, y sus miembros pueden ser "amigos", "contactos" o cualquier otro nombre que la red escoja para darle un sabor agradable a estos enlaces.

Sin embargo, FB (como se le llama en plan coloquial, o simplemente Face) ha sido el que ha salido de todo parámetro. Tiene una identidad propia, es un concepto en sí mismo. Es la única red que tiene una película propia. Pero más allá de esos detalles que pueden ser considerados como triviales, más de 25 millones de miembros, innumerables grupos sobre los más diversos temas. Ahora todo el mundo busca ser gustado en Facebook. Cada vez un nuevo producto aparece ahí, o un artista se promueve en el sitio. Su dinámica ha demostrado ser única en su género. Con todo lo que esto implica…

Ahora, hasta damas de la noche se promocionan ahí, y por lo que se dice, con mucho éxito.

Y acerca gente de todos los confines del planeta.

Ha servido para que generaciones se acerquen. O más aún. Se reencuentren. Personas que se habían separado por años y años, se han vuelto a reunir. Más aún, crea nuevos vínculos entre personas, de manera instantánea, sin importar la distancia, la cultura, o la ideología. Un nuevo mundo virtual, paralelo al mundo real.

Y este Facebook me ha servido para crear una red de personas en casi todas las latitudes, gente que ha sido parte de mi vida, que me ha acompañado en diferentes momentos y que han dejado huella. De quienes me había separado por el curso de la vida o los acontecimientos. Gente que había quedado, de una manera u otra, atrás cuando partí al exterior.

Ha servido, incluso, para reunirme de nuevo con gente de mi remoto pasado, es decir, de mi época de estudiante, párvulo, de mi más tierna infancia. Y he de decir que ha sido un esfuerzo que ha generado frutos. De 2 organizadores, hemos llegado a ser un grupo de 50 personas, de diferentes entornos, profesiones, actividades, pero con un vínculo común: una pequeña escuela en un barrio común y corriente de la ciudad de México en la que empezaron, o empezamos, nuestra formación académica, supimos por vez primera lo que era una letra, un número, o entonamos las primeras estrofas del Himno Nacional.

Esa pequeña escuela (me resisto a llamarla escuelita, lo pienso peyorativo) ya no existe como tal, pero persisten los recuerdos, las vivencias, los principios pero, sobre todo, los alumnos y alumnas que estuvimos en sus aulas y recibimos los primeros pincelazos de la educación que nos haría personas útiles a nuestra comunidad.

Ha sido volver a las raíces, a lo que lo une a uno a sus orígenes, un vínculo que es vital para que uno pueda sobrevivir con su propia identidad en el exterior.