19 diciembre, 2019

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Cuando uno vive en el exterior, se presentan oportunidades que marcan la ruta de la vida de uno.

Cuando me decidí a comenzar este blog, lo hice con cierta incertidumbre de si tendría éxito. El tema de escribir, como ya deben haberse dado cuenta, es algo muy personal, y que se ha canalizado a mi trabajo. Centenares de informes han pulido la redacción, la puntuación, el vocabulario. Jefes de gran cultura y calidad de redacción han sido espléndidos correctores. Tanto que, cuando leo algunos de esos reportes de hace años, hasta me sorprendo.

Hoy, a diez años de haber tomado ese “salto de fe”, me siento satisfecho de lo que he logrado.

En este tiempo he compartido con ustedes mis ideas, mis reflexiones, momentos alegres y tristes, por igual.

Y sus comentarios y porras han sido una motivación para seguir adelante, a veces con mucha frecuencia, a veces con entregas esporádicas. Y no es falta de ganas, sino más bien de tema. Como les dije en esa primera oportunidad: no pretendo abusar de su tiempo ni insultar su inteligencia.

Comprendo que hay unos temas más interesantes que otros, o que llaman más la atención. De todo hay en la viña del Señor.

Pero este ejercicio, como le llamé desde le principio, ha sido un aprendizaje. Es un revisar una y otra vez el texto antes de publicarlo. Es buscar la palabra correcta que transmita el mensaje deseado. No pretendo ser rebuscado, pero tampoco caer en el simplismo.

El blog ha sufrido transformaciones, algunas por recomendaciones de ustedes, otras por cómo se ha desarrollado mi vida a lo largo de estos años y de las experiencias que he compartido con ustedes. Es algo dinámico y que no deja de evolucionar.

Paralelamente al blog, sigue en el horno el tema de mi libro de cuentos. Estoy pendiente de que la editorial lo acabe de revisar para trabajar en las correcciones que ellos me digan. Si todo va bien, en la primera mitad de 2020 les daré noticias.

Escribir ha sido una actividad que he desarrollado por gusto, independientemente de que haya sido también una herramienta de trabajo. Desde la época de la máquina de escribir ha sido algo que he practicado con amor, con pasión. En el teclado he volcado mi inspiración, a veces de manera imperfecta, otras con más talento. Si bien ha sido en el campo de la ficción, que no es un género sencillo, ni mucho menos, ha sido el templete donde he podido desarrollar mi creatividad.

El blog ha sido diferente.

Aquí les he compartido momentos de mi vida diaria, experiencias de impacto enorme en mí, reflexiones sobre cosas que me son de interés y de las que quiero hacerlos parte a ustedes, amigos lectores y lectoras. A ratos he sido algo irreverente, pero nunca para faltar al respeto o insultar a nadie. Me gusta el buen humor en un texto, pero sin caer en el chiste vulgar o la gracejada barata. El idioma es lo suficientemente rico para poder jugar con él y generar una sonrisa honesta y hasta algo de risa, pero nunca malbaratando las palabras.

También ha sido escenario para descargar pesar y dolor que uno carga por pérdidas y ausencias. Por finales que fueron inevitables y despedidas que son parte del devenir de uno en este mundo.
Siempre he sido honesto con ustedes. Creo que es lo menos que puedo ofrecer, junto con una lectura que aspira a ser amena y consiga el interés de quien tenga mis textos frente a su vista. A veces uso un poco la exageración de la parodia y otras la precisión de los datos “duros”, como les dicen ahora. Los que son hechos verificables, lo han sido acuciosamente. Los que son “oídos al pasar” son tratados de ese modo. He procurado de dejar claro lo que es mi muy personal punto de vista y lo que opinan otros. Es parte de la objetividad de quien observa la historia y desea ser relator de ella.

“Desde el exterior” sigue siendo un placer de escribir y compartir con ustedes. No lo quiero llamar “catarsis” porque no es transferirles a ustedes mi sentir. Es compartirlo, a ratos como una confidencia, a ratos como un chisme (¿por qué no? ¡a mí me encanta el chisme!), a veces como anécdota o también como un recuento de los hechos, propios o de algún momento histórico en el tiempo y en el espacio.

¿Qué nos depara el futuro? ¿A dónde vamos? ¿Cuándo llegaremos? No lo sé.

Lo que sí tengo cierto es que “Desde el exterior” sigue. ¿por cuánto tiempo? El que la posibilidad de transmitirles mi experiencia lo permita, con la frecuencia que me sea posible, pero siempre, con el deseo de hacerlos a ustedes partícipes de lo que es mi vida desde el exterior.

Gracias a todos y cada uno de ustedes por ser parte de esta charla de amigos, Espero seguir contando con su compañía por mucho tiempo y, como siempre, agradeceré sus comentarios y sugerencias.

Vayamos por muchos años más… ¡desde el exterior!