25 junio, 2015

Y muy buenas noches... a usted.

Cuando uno vive en el exterior, se tiene la oportunidad de revisitar antiguos gustos y hábitos. Y no es que cuando se está en la Patria no se pueda hacer, simplemente que las condiciones, a veces, no lo permiten o se dan circunstancias que hacen que esa visita al pasado adquiera otro significado.

Algo así me ha pasado con el escuchar radio.

Desde que era muy pequeño, siempre he tenido especial afecto por los medios electrónicos. Mi madre siempre decía que me la pasaba pegado a la televisión. Delia opina exactamente lo mismo... Es algo muy arraigado. Y de ese gusto, encontré gusto por los comerciales. Mi madre me contaba que, de pequeño, si yo estaba jugando en mi cuarto, mientras ella y papá veían la tele, y empezaban los comerciales, yo llegaba corriendo a verlos. Y aplicaba lo que mi esposa tiene a bien llamar "acumulación de información inútil", es decir, memorizar, en muchos casos hasta el día de hoy, comerciales enteros, tonadas, "slogans", personajes, y puedo repetirlos casi al detalle. Incluso corregir a quienes dicen que se los saben... 

Y estaba la radio...

Siempre estuvo presente en casa de mis padres. Recuerdo que mi papá tenía una radio de bulbos en su buró y que la solía escuchar casi a diario. Escuchaba la XEW, "La Voz de la América Latina, desde México" y su característico tono de xilófono que era distintivo de esa emisora. También escuchábamos una consola que tenía radio y tocadiscos. Nos acompañaba en las mañanas mientras desayunábamos antes de ir a la escuela, o papá a trabajar. Programas como el de Cri-Crí, o a Francisco Javier Camargo con sus "Hazañas del Deporte", en que se recordaban momentos históricos en futbol, beisbol, y otras disciplinas deportivas. Tampoco faltaba el "Reloj Musical", que tuvo varios patrocinadores en el tiempo que yo lo escuché, y cuyo locutor, don Edmundo García, era una institución en la emisora.

En la tarde, de regreso de la escuela, era nuevamente poner la radio y escuchar algunas radionovelas de Caridad Bravo Adams, o las que dirigía Raul del Campo Jr. La narración que hacía don Juan Carlos Morgado de las tragedias de esos personajes era digna de recordarse, por su tono grandilocuente y acompasado, con un poco de la oratoria de antes. Luego llegó Jorge Castillo a narrar, con un estilo más dinámico, mas joven (digo, eran los 60's del Siglo XX, por favor). E historias como el "Capitán Misterio" o "Felipe Reyes" tomaban un paso más ágil.

Voces institucionales como don Edmundo García, del que les comentaba arriba, o José Sánchez, o Héctor Martinez Serrano, o Enrique Bermúdez (no el actual narrador de deportes), o Ramiro Gamboa, mejor conocido como el "Tío Gamboín" en la TV, y que le tocaba el turno de la noche. Pepe Ruiz Vélez tenía programas de concurso como "El Cochinito" o "El Risómetro", en el que el público mandaba por correo sus chistes, y eran contados por los humoristas de la época, como Nikky Santini, Manuel Siordia "Mr. Kelly", Carlota Solares, entre otros, el público en el estudio fungía como juez y el ganador se llevaba una cantidad de dinero más bien simbólica, tal vez $100.00 pesos o algo así, en  Bonos del Ahorro Nacional.

Y había programas formidables como "Apague la luz... y escuche...", que eran historias de miedo que narraba y actuaba Arturo de Córdoba, o "En el umbral del misterio", que eran relatos cortos que leía don Carlos López Moctezuma, ilustre actor de cine y teatro, y radio, por supuesto. 

Y estaban los noticieros.

Yo los escuchaba a veces cuando mi papá ponía su radio en la noche, que era cuando los pasaban. Y mi vida cambió por completo cuando mi mamá me regaló un radio pequeño, ya de transistores, que tenía forma de una consola, y que era en realidad un joyero. Fue tener mi propio espacio en la radio, mi oportunidad de quedarme, incluso hasta altas horas de la noche, escuchando los programas que no podía oir porque mis papás me mandaban a dormir, o papá decidía descansar después de un día pesado de trabajar.

Así fue como conocí los programas de miedo, algunas radionovelas... y los noticieros y los programas de comentarios editoriales. Y nombres como Manuel Mejido, columnista de "Excélsior" o don Guillermo Vela, fueron parte de mi imaginario radiofónico. Estaba el "Noticiero Carta Blanca", patrocinado por la cerveza de esa marca, o el de don Guillermo Vela, por el periódico "Excelsior", que siempre se despedía asi: "y muy buenas noches... a usted". Era su firma que lo hacía reconocible al momento de terminar su emisión. Manuel Mejido decía "Muchas Gracias, buenas noches, y hasta mañana". Pero la que más me agradaba era la de don Guillermo Vela, su tono de persona ya mayor, su voz pausada y de dicción muy clara eran muy característicos de la radio de principios de los 1960's y que me tocaba disfrutar en esas noches, antes de que mamá me llegara a regañar por estarme desvelando.

Cuando llegó la Frecuencia Modulada, o FM, a casa, entró la música con Radio Joya, o Radio Universal, las emisoras de esa banda que se oían en la casa. Mi hermano agregó Radio Hits, aunque venía con la tradición de Radio 590 "La Pantera" en AM, en donde estaba la W que yo escuchaba. Y al mismo tiempo, estaban las grabadoras de cassette integradas al radio y que tenían la virtud de poder grabar lo que estaba uno oyendo en la radio, y así poder conservar las canciones preferidas o los programas que a uno le interesaban. Y fueron decenas de cassettes grabados con música de nuestras estaciones, yo de Radio Joya, con música instrumental, Gloria Lasso cantando "Buen Viaje", música de grandes bandas, "El Amor es Triste" con Paul Mauriat, y muchas otras melodías y canciones más. También estaba EstereoMil, "El Sonido de los Clásicos", también en FM, con un repertorio variado de música de los grandes compositores, y que también llenó muchas cintas.

Ya de más grande, la radio pasó a un segundo plano, y la TV ocupó más ese espacio. Cuando empecé a manejar, a veces encendía el receptor en el carro y escuchaba un poco de la W, ya que no tenía FM. Luego vino la carrera, que todavía nos permitió gozar de este medio. Pero fue ver, o mejor dicho, oír cómo cambiaba el medio. Las voces ya no eran las mismas, los programas tampoco. Muchos de los locutores de mi infancia y juventud fueron retirándose o fallecían, dejando su lugar a nuevas voces, y la programación también cambiaba, de acuerdo al gusto del radioescucha.

Había una emisora singular: Radio Mundo. Tenía la peculiaridad de transmitir música de diversos países, y tenía por la tarde-noche programas de tipos específicos de música, y eran: la Hora Francesa, la Hora Italiana y Ritmos del Brasil. Con esas emisiones conocí a cantantes y artistas como Simone, brasileña de voz melodiosa con canciones como "Amé Demáis" que fue un desahogo en penas de amores: o Enrico Farías o Charles Aznavour, que sus voces daban al idioma francés una melodía deliciosa; por solo citar algunos ejemplos. Radio Mundo desapreció poco después de que salí de México en 1994.

Y empezando a explorar otras partes del cuadrante estaba Radio Fiesta, de música tropical, o Jazz FM, que ilustraba a los neófitos en esta corriente musical. Había otra estacion de música clásica, que pomposamente se autodenominaba "Buena Música, desde la ciudad de México". Y estaba XEQK, la Hora Exacta, que patrocinaba Haste, "la Hora de México", y que se dedicaba a dar publicidad las 24 horas del día, los 365 días del año (366 en año bisiesto), y daban la hora al minuto. Y eran siempre los mismos dos locutores que se intercalaban los anuncios, a toda hora, en cualquier fecha. Y siempre era el mismo el que daba la hora, sin importar como se había dado el turno de las voces. Yo siempre me preguntaba cómo le hacían para aguantar tanto...

Radio Universal fue la primera emisora que conocí de lo que ahora dan en llamar "Oldies", música de los 50's y 60's, y que en esa época era la última del cuadrante de FM. Aparte del repertorio, que era sensacional, a la medianoche,y como cierre del día, la voz institucional de Adolfo Fernández Zepeda recitaba un poema bellísimo de Víctor Manuel Otero , que espero poder recordar completo:

La noche quedó atrás.
Un nuevo día se asoma
En tu horizonte de ventura.
En lo que fué llanto, hay alegría.
En lo que fue rencor, hoy hay ternura.

Eres otro.
Bajo el conjuro de la palabra AMOR
Te has superado.
Todo es más noble en tí,
Todo es más puro,
Porque todo de amor se te ha llenado.

Amar, y sólo amar,
Esa es la clave que mueve al Universo, 
A la Vida.
Lo duro de la senda es más suave
Si tu puedes decir: "ama y olvida".

Amar a D-os, a tí, al mundo entero
A los que tu conoces,
Al extraño, al rico, 
Al pordiosero, al poderoso
Al que te de la paz... o te haga daño.

Ya eres otro,
Porque has podido arrancar la cadena que te ataba
A tu eterno imposible,
Y has podido trasponer al dolor que te agobiaba.
Llena tu mente de las cosas buenas,
De las cosas positivas que construyen,
Y deja en el ayer todas tus penas
Y las negociaciones que todo lo destruyen.

Tu hogar será de dicha
Y en los tuyos hallarás el porqué de tu camino.
Todo será más hermoso
Y tus hijos tendrán otro destino.
Y tú, que eres soltero, buscarás,
No al que halague tus sentidos,
sino al alma que te comprenda más,
porque el alma hace la hombre, y no el vestido.

La noche quedó atrás.
Un nuevo día se anuncia en el dintel de tu ventana.
Ya no dejes que escape tu alegría
Ni que vuelva el ocaso a tu mañana.
Ya no vivas de ayeres, de lamentos,
Ya no suenes tu nota discordante.

Piensa siempre, en todos tus momentos,
Que la vida comineza a cada instante.

El poema se sigue transmitiendo en la misma estación, ya ubicada en otro punto del cuadrante y con algunos ligeros cambios, pero esta fue la versión que aprendí de memoria. Radio Mundo tenía otro poema, declamado por Arturo Benavídes y Radio Hits también. Los recuerdo casi completos, pero los dejaremos para otra oportunidad.

Cuando llegué a Estados Unidos, encontré dos opciones de radio: estaciones de "oldies" como KEARTH 101 en California y Big 98.5 en Albuquerque. Y en Texas descubrí NPR radio pública, con programas de análisis muy interesantes, otros de contenido general como "Morning Editon" con Steve Inskip en Washington y Reneé Montaigne en California, en que comentaban temas de actualidad y tópicos de interés, con amenas entrevistas y atinados puntos de vista. Incluso había un programa, generado en Minnesota, que recuperaba el espíritu de los antiguos programas de radio, con un experto en hacer toda clase de ruidos y efectos sonoros, actores leyendo sus parlamentos en historias divertidas, junto con números musicales, y que cerraba con el recuento de lo sucedido en un pueblo imaginario llamado Lake Wobbegon, que era a la vez cómico y también muy humano. Esas emisiones hicieron muy amenos mis trayectos de casa a la oficina y de regreso, y a ratos en el escritorio, ya que tenía un pequeño radio para las tardes, después de la atención al público y que todo era ya un poco más lento.

A mi regreso a México, el cuadrante del radio ya era otro. La programación muy distinta, con predicadores en AM y noticieros de crítica en FM. Y fue escuchar por mucho tiempo a Carmen Aristegui que, si bien es un referente de opinión, su tono agresivo y demoledor a veces resultaba pesado. O programas en que la broma pesada y la palabra altisonante son lo divertido, como el programa del Panda, o PandaShow, en que se hacen bormas pesadas entre amigos o familiares, y a veces la broma no resultaba tan graciosa como se esperaba y dejaba paso a reacciones de ira o de llanto al salir todo mal.

La radio había perdido ese encanto de mi infancia y mi juventud. Y entre eso y otras causas, la radio quedó apagada en el coche por mucho tiempo, prácticamente hasta mi salida a Canadá.

Aquí entrontré CBC, la estación pública de Canadá que, como en el modelo británico, tiene estaciones de temas específicos, pero son CBC, y puede ser el canal de noticias, de música, o de temas de actualidad. Yo encontré por casuladiad CBC Radio 2, la emisora de música, que tiene 24 horas de transmisión de todos tipos, en programas específicos de clásica, pop canadiense, ópera, jazz y blues, entre otros. Un remanso en los recorridos de carretera entre la oficina y la casa. Y en el escritorio, gracias a Internet, es poder volver a NPR de Texas o la misma CBC Radio 2, según el estado de ánimo.

Ha sido un reencunetro delicioso con un medio que ha sido parte de muchas etapas de mi vida, que acompañaba mis noches de lectura en la infancia, o los ratos en mi recámara de juventud después de la preparatoria o la universidad. Lo que las ondas llevaban consigo y que depositaban en el aparato en el buró de mi papá o en el receptor de mi cuarto siempre fue un mundo de imaginación, historias ingeniosas con voces que le daban cuerpo y color a esas palabras, el saber de mi país y del mundo, melodías de muchos rincones de la Tierra y que hicieron amenos mis días, o servían de catársis y consuelo en las tristezas. 

Si bien ahora la TV es de alta definición y uno puede oír música por Internet, la radio sigue siendo un medio que llega a casi todas partes, y nos da un espacio en el que la mente es la herramienta que da al sonido un sentido, una sensación de realidad, y a la vez nos dibuja mundos a la altura de nuestros sueños.

Un regreso feliz que se da desde el exterior.