20 septiembre, 2022

God save the...

 Cuando uno ha vivido en el exterior, la experiencia de vivir la Historia toma un sabor diferente, y nos hace más conscientes del valor de los acontecimientos que de desarrollan frente a nuestros ojos.

Al tiempo en que redacto esta entrega, septiembre de 2022, una de las notas que acaparan la atención mundial es el fallecimiento de la reina Isabel II del Reino Unido.


A sus 96 años de edad, y 70 de reinado, Su Majestad representó un ícono del Siglo XX y de casi el primer cuarto del siglo XXI. Se puede decir que fue la última monarca británica a la que se le pudo decir "Su Majestad Imperial", ya que recibió, a la muerte de su padre Jorge VI, lo que quedaba del otrora Imperio Británico, en el que nunca se ocultaba el sol, como se atribuye que dijo la Reina Victoria alguna vez.

Ya para entonces la India, la joya de la corona, se había separado de la Corona, en un movimiento impulsado por Mahatma Gandhi y su resistencia pacífica, pero que, por otro lado, representó la división del nuevo país en dos instancias, dando origen a Pakistán, de fe musulmana, y a la India, de creencias hinduístas. Una ruptura dolorosa en muchos aspectos.

Otras naciones como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y varias del Caribe y Africa, asumieron una cierta autonomía, pero reconociendo a Su Majestad como su Jefa de Estado, independientemente de tener un Primer Ministro como Jefe de Gobierno, una bandera propia, leyes propias y un reconocimiento internacional. Estos países se agruparon en la Commonwealth, que se ha traducido como la Mancomunidad Británica de Naciones. Y Su Majestad abrazó a la Commonwealth como una causa propia, dándole gran parte de su tiempo, visitas frecuentes y prestando atención a sus necesidades y aspiraciones como naciones autónomas, pero fieles a la Corona.

Y, sin parecer favoritista, sino citando a Su Majestad, Canadá era de sus lugares predilectos (probablemente hayan notado mi particular aprecio hacia Canadá en los últimos años). A ese país hizo el mayor número de visitas, y expresó siempre su agrado por la nación de la hoja de maple roja. Y ese cariño ha sido recíproco por los habitantes del Norte Norte (como yo le suelo decir). Esa relación ha sufirdo un estremecimiento hasta sus raíces con el tema de las escuelas residenciales, internados en que el grupo dominante, de procedencia británica, encerró a generaciones de niños y jóvenes de las Primeras Naciones, los pueblos originarios de Canadá, en un proceso de adoctrinamiento hacia su visión europea y erradicando sus orígenes autóctonos, empezando desde el primer Primer Ministro MacDonald en el siglo XIX, hasta los años 60s del siglo XX, causando graves daños a esos jóvenes y a la herencia histórica de los orígenes de los kanuk, como se les llama también a los canadienses. El nuevo rey, entonces todavía como Príncipe de Gales, y en representación oficial de Su Majestad, estuvo en 2022 en Canadá para afrontar el tema y expresar el pesar y el reconocimiento de la Corona a los daños causados por estas instituciones, favorecidas por los líderes asociados a la Corona.

Su Majestad supo avanzar al paso de los tiempos. No que fuera fácil, sino que era necesario. Cuando ascendió al Trono, el Reino Unido seguía sufriendo las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, en la que ella tuvo una pequeña, pero significativa, participación al reclutarse como mecánica y chofer de camiones militares. Algo significativo por ser alguien de la Casa Real que se involucraba activamente en el esfuerzo de guerra en el "frente en casa" como se le dió en llamar. Esta habilidad de manejar le fue de gran ayuda, muchos años después, al dar un paseo con el rey de Arabia Saudita, conduciendo Su Majestad uno de los Range Rover que tiene a su disposición, y los que gustaba de conducir en sus estancias en Escocia y en otras residencias campestres de la Casa Real. Siendo de un país en que las mujeres no tenían el privilegio de manejar, el Rey de Arabia tuvo un paseo inolvidable teniendo a Su Majestad al volante, quien hizo gala de sus habilidades de manejo a campo traviesa, haciendo que el rey árabe le pidiera que le bajara al "ameno paseo".

Para alguien que debía seguir un estricto protocolo, Su Majestad supo acercarse a sus súbditos y a la gente que encontraba en sus viajes por su reino y por el mundo. Recuerdo vagamente cuando vino a México. A su llegada se transportó en un vehículo descubierto, saludando a la multitud que estaba en la ruta. La esposa del presidente entonces le regaló un rebozo con hilo de plata, que Su Majestad se puso y lo lució en ese trayecto, bajo el radiante sol de la Ciudad de México, siempre con una sonrisa y saludando a la multitud. Ese tipo de escenas fue común en sus viajes, en que se acercaba a niños, niñas, hombres y mujeres, y los saludaba cordialmente, siempre en su calidad de Reina, pero con amabilidad sincera. Prestaba atención a las explicaciones que recibía en los lugares que visitaba, lo mismo una fábrica, que un centro de investigación o una granja. Si estaban en el itinerario que ella aprobaba, les daba toda su atención.

No fue perefecta. Tuvo momentos y decisiones que, aun despues de su fallecimiento, serán ampliamente cuestionadas, e incluso serán situaciones que el Rey Carlos III deberá asumir ya que es el  Jefe de Estado y quien lleva la Corona del Reino. 

La guerra de las Malvinas, por citar un caso. El conflicto demostró los verdaderos intereses del Sistema Interamericano de Defensa, ya que Argentina esperaba que Estados Unidos, principal potencia militar del continente, defendiera a Argentina de las fuerzas armadas británicas. Como muchos sabemos y recordamos, eso nunca pasó. Actualmente las relaciones entrte Reino Unido y Argentina son limitadas y sigue la negociación para encontrar una solución concertada para el diferendo. Pero eso no evita que gente como un "humorista" argentino celebrara, según ésto con champagne, el fallecimiento de Su Majestad, llamándole "bruja" y otros epítetos que me incomoda recordar. Entiendo que el humor argentino puede ser agresivo e irreverente, y que mucha gente debió celebrar el desplante, ya que fue en un programa en vivo y con audiencia (yo vi el video en YouTube). Pero no lo veo oportuno.

Otro episodio controvertido fueron los tres días de silencio que pasaron entre el accidente que costó la vida de la Princesa Diana y el pronunciamiento que hizo por televisión, en vivo, a todo el Reino Unido. Ese silencio mandó un mensaje de indiferencia ante la tragedia que sus súbditos sufrían por la muerte de un personaje tan querido. Por supuesto estaba la tormentosa historia del matrimonio entre el entonces Príncipe de Gales y la Princesa de la Gente, como se dio en llamarle por la simpatía y el carisma que trajo a la Casa Real y a su persona. Luego el divorcio, la relación de Carlos con quien se convirtió en su segunda esposa y, ahora, Reina Consorte, y la relación de Diana con quien estuvo en el accidente que le costara la vida. Fue ver cómo una relación que había sido cordial entre Diana y Su Majestad se deterioró, al punto de que Diana se desconectó de la Casa Real, aunque tuvo un intenso activismo por diversas causas como el SIDA o las minas antipersonal, enrtre otras; hizo una cercana amistad con la Madre Teresa de Calcuta, entre otros muchos actos de conciencia social y apoyo a diversas causas de interés mundial. Su Majestad, junto con sus deberes de Estado, tenía la obligación de ser abuela y acompañar a sus nietos al perder a su madre de forma tan trágica. Esos tres días fueron para estar con su familia, el Reino podía esperar.

Hubo otros momentos oscuros en el reinado de Su Majestad. Todos dolorosos, difíciles, que exigieron todo de ella, dando una imagen de dignidad, entereza, solidez, y que ayudó a que el Reino saliera adelante de esos eventos.


Pero también hubo alegría en el reinado de Su Majestad.

Aun antes de ascender al Trono, Su majested gozó de muchas alegrías. Desde su matrimonio con quien fue su pareja inseparable por toda su vida, el Príncipe Felipe; la llegada de su primer retoño, Carlos; el crecimiento de su familia... Hasta recibir el cariño de sus súbditos en sus jublileos, los dos últimos sin precedentes por la longevidad de su reinado. Las muestras de aprecio a lo largo de sus recorridos por las calles de Londres, de Toronto, de Sydney, de Nairobi, incluso de Nueva York, de México, y de otras muchas partes del mundo, son muestra de la simpatía que emanaba Su Majestad.

Como decíamos más arriba, Su Majestad marchó al paso de los tiempos. Con la llegada de la televisión al Reino Unido, la aprovechó ampliamente para dirigirse a sus súbditos de una manera más directa que con la radio, que había sido el medio socorrido por su padre y varios Primeros Ministros como Winston Churchill, famoso por sus elocuentes discursos. Su Majestad fue quien inició los mensajes de Navidad de la Corona por este medio, convirtiéndose en una tradición en los hogares británicos por décadas. En esas oportunidades, Su Majestad hacía un recuento personal de aquello que había caracterizado el año que estaba por terminar y siempre con un mensaje positivo al final. Se recuerda el de 2021, su último mensaje, cuando se daba la recuperación de la pandemia, en que animaba a sus súbditos, ante la separación por el COVID a "ver a los amigos de nuevo. Ver a la familia de nuevo. Estar reunidos de nuevo".


Su sentido del humor fue una característica celebrada por quienes la conocieron de cerca. Normalmente era algo que reservaba para momentos privados, pero en 2012 se dio la oportunidad de hacerlo a lo grande. Con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres, era oportuno algún pronunciamiento de Su Majestad. Y lo hubo, con ayuda de un súbdito especial.

Bond... James Bond.


El video que hizo con Daniel Craig, actor que en el momento encarnaba al personaje de Ian Fleming, fue una grata y divertida sorpresa, y mostró que Su Majestad podía ser también parte de la broma. Debo confesar que, cuando lo vi por primera vez, no sabía la historia completa. Imaginaba que el papel de la reina iba a ser representado por alguna de las actrices que tienen gran parecido con Su Majestad. ¡Y cual fue mi sorpresa al ver que era Su Majestad, en persona, la que recibía al Sr. Bond en su despacho!, siempre en carácter (por supuesto), y que se dirigía a uno de los jardines del palacio para abordar un helicóptero, del que (aparentemente, por supuesto) saltaba en paracaídas, al más puro estilo del Agente 007. Naturalmente, al anunciar a Su Majestad, ella apareció en el palco real, no con su paracaídas con la bandera británica. Sin duda un episodio divertido y que le dio un nuevo carisma a Su Majestad.

Más recientemente, y en lo que muchos vimos como un video de despedida involuntario, fue el que Su Majestad protagonizó con un personaje de cuentos para niños: el oso Paddington. Originario del Oscuro Perú (Darkest Peru), este osito distraído y experto en hacer enredos involuntarios, consecuencia de su ingenuidad, ha sido el deleite de muchas generaciones de niños en el Reino Unido y los países de herencia británica. Pues Paddington fue invitado a tomar el té con Su Majestad, y tuvieron un grato momento en uno de lo salones del palacio en que, por su natual desconocimiento del protocolo y del comportamiento ante Su Majestad, al momento de que Su Majestad recomendó servir el té, Paddington tomó el té directamente de la tetera, ante la mirada atónita de Su Majestad. 

Y ante un discreto carraspeo de uno de los pajes que asisten en los salones de palacio, el osito cayó en cuenta y le ofreció a Su Majestad lo que quedaba del té, que era prácticamente nada. Para compensar, Paddington ofreció su sandwich de mermelada que guarda siempre en su sombrero, a lo que Su Majestad, en un gesto muy tierno, le dijo al osito que ella también tenía uno, sacándolo de su bolso, "para más tarde". El momento que ha robado el corazón del Reino Unido llegó cuando Paddington, tal vez siendo la voz de todos los súbditos de la Corona, le dijo a Su Majestad con voz humilde "Gracias, Señora... por todo".  Después se integraron a los festejos del Jubileo. Esa imagen ha sido la inspiración de muchos mensajes y un dibujo que se ha convertido, sin proponérselo su autora, en el símbolo más conmovedor de la partida de Su Majestad:

Los actos de duelo y honores a Su Majestad han seguido un estricto plan diseñado desde hace tiempo, la Operación Puente de Londres (Operation London Bridge), que se activó con una frase que circuló en todas las áreas del gobierno británico: "London Bridge is down" (El Puente de Londres ha caído). Cerrarán con el funeral de estado en la Abadía de Werstminster, con la presencia de jefes de estado y gobierno, invitados especiales y la familia real pero, sobre todo, del pueblo británico que da el último adiós a su Soberana.

La imagen de Su Majestad fue de solidez, de unidad, de calidez. Fue a quien el pueblo británico volteaba en busca de consuelo o reafirmación. No fue una soberana perfecta, pero cumplió a cabalidad su función de monarca constitucional. No se conformó en ser un mero adorno, pero tampoco se excedió en las funciones que tiene asignadas. Nunca se involucró en política, pero nunca estuvo fuera de la jugada. Supo acercarse a sus súbditos, pero sin ser abrumadora, exagerada o insensible a su situación.

Se ha hablado mucho de la necesidad, la conveniencia o la utilidad de la Corona en Gran Bretaña. Incluso de que desaparezca, a favor de una república. Sin embargo, la presencia de Su Majestad hizo que ese tema no fuera de primera línea, aunque nunca desapareció del todo. Ahora que ya no está, algunos analistas sugieren que podrá retomar nueva fuerza, y será uno de los temas que Carlos III, el nuevo rey del Reino Unido, deberá afrontar, ahora, sin la presencia de su madre.

Igualmente, la desbandada de los países de la Commonwealth. Pocos meses antes del fallecimiento de Su Majestad, Barbados se declaró nación soberana, asumiendo su propia Jefatura de Estado, y fue el todavía Príncipe de Gales quien atestiguó, en nombre de la Corona, este suceso. Y hay otros países que hablan de seguir el mismo ejemplo. Sin embargo Canadá, que es un país protagónico dentro de la Commonwealth, no ha manejado el tema de manera definitiva, aunque hay una cierta corriente, sobre todo en Quebec (bueno... ellos quieren separarse de todo y de todos...) que ve que ser súbditos de una corona extranjera, o al menos lejana, no es ya una opción, aunado a la crisis de las escuelas residenciales, que ha generado un sentimiento de cierto resentimiento hacia la Corona. Ya el tiempo dirá.

Uno de los comentarios que se escuchaban recién se anunció el fallecimiento de Su Majestad, era que fue la única monarca del Reino Unido que conocieron muchas generaciones de británicos. Cometarios parecidos escuché cundo fue la muerte del Papa Juan Pablo II, cuyo pontificado fue de alrededor de 30 años, inusual para un pontífice de Roma. Tal vez sean coincidencias. Ambos llegaron a su posición después de predecesores de corta estancia en sus tronos (claro, en el caso del Papa fue alrededor de un mes del pontificado de su predecesor, y en el caso de Su Majestad fueron cerca de 16 años de su padre en el trono, en proporción, fueron períodos cortos). Ambos fueron la segunda persona en ostentar el nombre, ambos por decisión propia. Su presencia fue testigo y también motor de cambios en sus respectivos contextos. Ninguno de los dos salió libre de escándalos a su alrededor, pero ambos fueron figuras pivotales en sus entornos. Ambos fueron admirados y cuestionados significativamente por el mundo entero. Ambos vivieron muy de cerca la Segunda Guerra Mundial (otro segundo nombre... muy interesante) (el Papa en la resistencia polaca y de Su Majestad lo comentamos más arriba, enlistándose en el ejército, y no olvidemos el Blitz, los bombardeos que sufrieron Londres y otras ciudades británicas por la Luftwaffe).

Se cierra un capítulo histórico en el que Winston Churchill nunca dejó de llamar el Imperio Británico, y que Su Majestad llamaba Gran Bretaña. Cuando el pueblo británico despierte el 20 de septiembre, ya que los restos de quien fuera su soberana por casi tres cuartos de siglo ya reposen en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor, empezará no sólo un nuevo día, sino una nueva era, post-isabelina, con sus propios retos y expectativas. Una era que Carlos III tendrá que saber manejar para lograr la unidad del reino y la persistencia de la Corona. No tendrá el carisma ni la empatía de su madre, deberá crear una imagen e identidad propias, como nuevo rey. No tiene una labor fácil ni sencilla. Como han dicho varios analistas, tiene unos zapatos muy grandes que llenar.

Pero lo que no tiene duda es que Su Majestad Real Isabel II, Reina de Inglaterra, Reina de Escocia, Reina de Gales, Reina de Canadá, Protectora de la Fe y líder de la Commonwealth y los territorios de la Corona, o Lillibeth para su familia, será por siempre un símbolo de la transición que el Reino Unido tuvo que tener de un imperio colonial a una democracia sólida, una soberana que le tocó vivir los esplendores de una nación lider en el planeta y las tribulaciones de crisis que amenazaron la integridad de la Casa Real y de la Corona misma. Supo llegar al hogar y al corazón de sus súbditos, que desfilaron por miles ante su féretro al ser expuesto para que ellos expresaran su pesar y su respeto a su Soberana.

¡Honor y recuerdo a la Reina!


Un humilde homenaje a Su Majestad de alguien que, sin haberla conocido personalmente, le guarda siempre un gran respeto y admiración.

Alguien que ha vivido la experiencia desde el exterior.



 



24 febrero, 2022

La ciudad de los perros

 Cuando uno vive en el exterior, se tiene la sensibilidad para ver las cosas de la tierra de uno desde una perspectiva diferente.

Desde mi regreso a México, tanto la primera vez en 2011, como el de ahora, he podido observar los cambios que ha sufrido mi ciudad. El antes Distrito Federal, o simplemente D.F., y ahora llamada "Ciudad de México", y no es porque no se llamara así. Siempre se le ha dicho de esa forma, aunque de forma meramente coloquial. Ahora es su nombre oficial y es el estado 32 de la Federación, con identidad propia y no en función de ser la sede del gobierno federal.

La Ciudad de México, o simplemente CDMX por las siglas de su nombre oficial, es una ciudad dinámica, en constante transformación, combinando lo antiguo de una ciudad fundada en los 1300s por los aztecas, refundada en los 1500s por los españoles que llegaron con Cortez, y que se ha reinventado decenas de veces con el paso del tiempo, el devenir hstórico, el avance tecnológico, e incluso los desastres naturales. Dos terremotos catastróficos en 30 años (1985 y 2017), son un buen ejemplo de lo que la naturaleza puede hacer a una megalópolis, considerada una de las más grandes del planeta.

Pero lo que más ha resaltado de esos cambios es la gente que habita, o habitamos, esta ciudad. Los que nacimos en ella la hemos visto mutarse frente a nuestros ojos. En mi caso, la cigüeña me entregó a principios del los 1960s (yo soy de 1962, de las últimas generaciones de "baby boomers"), todavía con casas de fachadas de cantera de las décadas anteriores de los 1930s o 1940s, pero empezando a tener las casas y edificios de líneas rectas, perfiles utilitaristas, con espacios amplios y abiertos que se pusieron de moda en los 1960s. Todavía había espacio para ocupar en la ciudad...

Ese lujo empezó a desvanecerse con el incremento de la población y, por ende, de la necesidad de que esa gente tuviera un lugar donde vivir. Igualmente, espacios sin dueño aparente se convirtieron en nucleos de viviendas irregulares, las que llamábamos "ciudades perdidas", que robaban la electricidad y el agua de las redes públicas, que construían viviendas de materiales obtenidos de forma oscura, o con lo que tenían a mano, y que daban cobijo a personas carentes de recursos, trabajo o sin una forma lícita de obtener sustento.

Pero esta marginación no se limitaba sólo a las personas.

También a los perros.

Desde niños, muchos hemos aspirado a tener un perrito como mascota. Supongo que es una mezcla de lo que veía uno en la TV de las familias ideales, con una casa linda, una familia linda, en una ciudad linda, y con un perrito lindo... Liiiindo todo; y ver a los vecinos o amigos que, en la vida real, tenían una mascota juguetona, que correteaba por la casa, o la sacaban al parque para lanzar una pelota o un palo para que lo alcanzara y se lo regresara a su dueño... Insisto, todo lindo...

Pero lo que no muchos decían era que, cuando un perro dejaba de ser lindo, o el dueño se hartaba de tenerlo, era dejado en la calle, a su suerte. O los perros que, al ver la puerta de la casa abierta, salían a explorar el mundo y perdían la ruta de regreso a casa. El caso es que existía una población significativa de perros callejeros, sin dueño aparente y, a juicio de muchos, foco de infecciones y enfermedades, siendo la rabia la que encabezaba la lista. Y era común que las autoridades trataban de atrapar a estos perros y sacrificarlos para evitar un problema de salud o de seguridad, pensando que los animales pudieran atacar a alguien. Efectivamente, sí se daban ese tipo de episodios, pero el común denominador de esos seres caninos era que eran tranquilos, se ocupaban de sus asuntos y, si alguien los trataba bien, correspondían del mismo modo, a pesar de verse sucios y descuidados.

La nobleza canina, exhaltada por poetas, en toda su expresión.

Muchos crecimos con ese miedo inducido a los perros callejeros, los que nos veían con ojos lastimeros de hambre de varios días, de soledad y abandono, de frío y dolencias. Pero ya era parte de la cultura y el imaginario colectivo de que los perros callejeros eran sinónimo de enfermedad o salvajismo.

Pasó el tiempo y me tocó el despegar hacia mi vida en el exterior y, por ende, dejar mi DF atrás, con sus lugares conocidos, sus sabores deliciosos, sus aromas de todo tipo, y sus perros callejeros. El venir dos semanas de vez en cuando no me daba la oportunidad de ver los cambios más allá de los muy significativos, como cuando desaparece un edificio que era nuestra referencia y que había sido demolido, o que el sentido de una calle cambió por las necesidades de tráfico o las obras públicas. Ni por accidente pasaba por mi mente la situación de la fauna en las calles del Distrito Federal.

Cuando regresé en 2011, ya no era el DF en el que nací, sino era la flamante Ciudad de México, el nuevo estado de nuestro país, con un Congreso propio y un Jefe de Gobierno, el equivalente a un gobernador en otros estados, y la misión de crear su propia identidad, lejos de ser sólamente una ciudad administrativa, sede de los Poderes de la Unión, como decía el texto anterior de la Constitución. Ya no era el DF, ahora era la CDMX. Seguimos siendo la ciudad, o ahora el estado, que se le conoce por sus iniciales, más que por su nombre completo.

Pero al ir caminado por las calles noté algo interesante: los perros.

Pero ya no eran perros sucios, muy probablemente pulgosos y sin duda plagados de enfermedades. Eran perros con collar, correa, y alguien a su lado, o detrás, acompañándolos. Evidentemente era el dueño, o dueña (hay que ser incluyentes, por favor). Y los paseadores de perros, personas a las que se les paga para que saquen a la mascota a dar la vuelta. He notado que puede ser un negocio muy socorrido y, no lo dudo, lucrativo, ya que he visto a chicos y chicas jóvenes, y gente de mayor edad, con grupos entre dos y cinco perros, de todos colores y sabores, paseando por la calle.

Y, como todo lo que es popular, tiene un lado comercial. Las tiendas de artículos para perros, o los consultorios veterinarios, han cundido por buena parte de la ciudad. Los lugares para cuidados estéticos de las mascotas, digámosles "estéticas para perros y gatos" son visibles de una cuadra a otra de la misma calle. Y estos establecmimientos tienen clientela (humana y perruna) constante. Ya no es sólo el médico familiar el que debemos tener, ahora también el veterinario de cabecera.

Junto con este auge por los amigos de cuatro patas y cola agitada, ha surgido una cultura nueva hacia estas creaturas. Los perros callejeros ya son raros. Los refugios para animales abandonados o desplazados son una realidad, y en los que se promueve que, quienes deseen tener uan nueva mascota, la "adopten" de estos centros, más que ir a comprarla a una tienda.

Y un sentimiento más noble hacia estos nobles animales se ha arraigado en buena parte de la población. Por supuesto, no es un mundo perfecto, y sigue habiendo maltrato y abandono hacia perros y gatos. Pero ahora el disgusto social hacia estas conductas es mucho mayor, y es penado por la ley. Ya no tiene gracia torturar a un perrito con pirotecnia o con heridas. Eso ya es mal visto, es censurado, y los culpables castigados. Es un gran avance.

Como toda buena familia que desea complacer a sus pequeñitos, nosotros adoptamos una perrita, que probabnlemente ya conocen: Ágatha. Ya les he platicado de ella en este foro. Y, si no la recuerdan, aquí está:


Aquí la pesqué dormida y le dibujé una sonrisa para la cámara, pero acá está en todo su esplendor:



Ok, ok... no puedo disimular el cariño que le guardo a la peeeeeeeeerro.

Pero a lo que voy es a esto: los perros han ganado un lugar siginificativo en la población de la Ciudad de México. Es frecuente ver gente paseando a su perro a casi cualquier hora del día. Muchos parques públicos han destinado espacios cerrados para que uno deje que sus mascotas jueguen libremente, socialicen con otros perrunos (o perrunas, hay que ser incluyentes en esto también) y se diviertan al aire libre, y que puedan estar a gusto fuera de los entornos cerrados en los que normalemnte viven (casas o departamentos). Incluso, una vez vi a un perrito que, por no tener mobilidad en sus patas traseras, le habían fabricado un carrito con ruedas en el que estaba recostado el animalito, caminando con sus patitas delanteras, impulsando el artefacto con un gusto inimaginable. No pude dejar de felicitar a su humano por haberle dado ese regalo de mobilidad y de contento a su mascota.

Creo que, en el fondo, son la compañía que las personas buscan en una sociedad aislada, enfrascada en el trabajo diario, en el cuidarse uno mismo, en un cierto aislamiento por una causa u otra. Lo digo en forma empírica, sin un estudio científico de por medio, aunque no dudo que ya haya gente analizando este fonómeno de forma seria y metódica. Un perro no lo critica a uno, no lo juzga, no invade la privacidad o daña la confinza de su humano. Se conforma con comer, dormir, jugar, pasear, y que le demuestren cariño. Un juguete que uno lance y que la mascota recupere y lo regrese a uno, puede ser un objeto de gran convivencia entre un perro y su humano. Incluso cuando hacemos que la mascota pierda la paciencia (que entre Ágatha y yo es cosa de todos los días) por abusar de los cariños, puede ser algo lindo, pero alejado de sus fauces, porque también muerde.

Tal vez sea la señal de que nuestra sociedad urbana, almacenada en departamentos minúsculos, abrumada por el trabajo y la vida diaria, necesita algo que le recuerde que hay otros seres vivos a su alrededor. Gente que no tiene una pareja o un amigo cercano por diversos motivos, y que encuentra en una mascota la forma de volcar su amor, su cariño, su interés, su confianza, su alegría o su dolor. Todo en un ser de cuatro patas, que no habla sino ladra (si algún día Ágatha me responde a mis preguntas, me va a dar el telele) pero, sobre todo, está ahí cuando más lo necesitamos, a distancia de extender el brazo y acariciarle la panza, darle palmaditas en la cabeza, decirle frases cariñoasas y sólo ver esos ojos que transmiten la calidez y la alegría de que están con nostoros. 

Que nos reciba al llegar a casa corriendo a toda velocidad a la puerta, que brinque y se recargue en nosotros, ladre con semblante de alegría y, sin decirnos una palabra, nos diga "¡bienvenido a casa! ¡qué alegría que estés conmigo! ¿Ya me vas a dar de cenar? ¿Jugamos un rato? ¿Salimos a dar un paseo?" y que, en un instante, los malos ratos del día, el cansancio de la jornada, los temores y ansiedades de la vida moderna, se desvancen al acariciar a esa creatura peluda, inquieta, jadeante, juguetona, que nos espera para que le pongamos agua en su plato, comida para su cena, una pelota para perseguirla y traerla de regreso. Un precio realmente módico por los momentos de alegría y feliciddad que nos brindan.

Esas mascotas se vuelven parte de la familia, y como tal crean vínculos que se sostienen hasta el último día. Y el ver partir a un compañero peludo, porque él mismo emprenda camino, o porque tengamos que ayudarlo a dar ese paso para aliviarlo del sufrimiento de la enferemdad o la herida, siempre deja huella en nosotros. Es sabido de mascotas que sufren profundamente la partida de su humano cuando el vínculo es tan profundo que el que se rompa de ese modo es un dolor hasta lo más profundo del ser.

Los que tenemos la dicha de compartir nuestro espacio y nuestra vida con un perro, o un gato, sabemos de ese vínculo invisible pero sólido como el material más fuerte y duradero jamás conocido. Y el saber valorarlo es un don nacido del amor entre dos creaturas que, aunque tengan profundas diferencias, están unidos de forma indisoluble.

Cariño con forma de croquetas para perro, desde el exterior.

23 enero, 2022

La memoria del video

Cuando uno vive en el exterior cada imagen, cada sonido, adquiere una dimensión diferente.

Recuerdo cuando era chico, al igual que muchos de ustedes, que crecimos con la televisión del aquí y del ahora. Teníamos la imperiosa necesidad de estar en la fecha y en la hora precisas para ver el episodio de la serie que nos gustaba en ese momento; y el llegar tarde, o no llegar, era motivo de una frustración e ira pocas veces vistas en el Universo conocido.

En esos dramáticos casos, se contaba con el consuelo/esperanza de las repeticiones, y tener el Tele-Guía, la revista semanal con la programación de los canales de TV existentes, y en la que venían sinopsis de cada programa y episodio, era fundamental para poder ver el episoido perdido.


Claro, la llegada de la repetición tomaba meses, incluso años, dependiendo de la secuencia de la serie y el ánimo de los programadores en el canal.

Eso cambió un poco con el video casero y las "videocafeteras" como les decía mi papá. Grabar el programa deseado, o programar el aparato para que lo hiciera automáticamente a cierta hora, fecha y canal, fue una salvación para muchos episodios de la serie. "Betamax" y "VHS" se convirtieron en parte de nuestro vocabulario. Y las pilas de videocassettes se empezaron a formar en nuestros hogares, con horas y horas de programas, especiales, episodios, y hasta comerciales, cuando la grabación era automática.

Y cuando se dio el siguiente paso en la evolución y pudimos grabar en video nuestras propias películas y eventos de familia, el video pasó a ser, de un modo de poder ver la TV a nuestro gusto, a un mudo testigo de nuestra propia historia.

Lo que  antes se hacía con película 8 o Super 8mm., que nos daba unos pocos minutos de exhibición, con el video portátil fueron horas y horas de fiestas de niños, bodas, paseos y vivencias de la experiencia diaria. También había los "Buñuels" y "Fellinis" de la Betamovie, y hacían sus producciones.

Pero también sirvió para dejar testimonio de hechos que, literalmente, fueron parteaguas en la Historia.

El asesinato de Rodney King en Los Angeles, por citar un ejemplo. El testimonio del hecho lo tomó una persona que vio el incidente desde su casa, tomó su cámara y grabó imágenes que dieron la vuelta al mundo. Y mostraron que, para captar la noticia, ya no era requisito  ser reportero de un periódico, de una estación de radio o de un canal de TV. El chiste es estar en el lugar correcto, en el momento preciso y con la cámara cargada y con pila.

Internet y los teléfonos móviles fueron, y han sido, la pareja ideal creada por la tecnología.

Y la red global se llenó de millones y millones de horas de video de gente haciendo desplantes, mascotas divertidas, chistes, músicos imporvisados, cápsulas científicas, grupos diversos, y muchas otras cosas más.

Y, para acumular ese enorme acervo surgió YouTube.

[ADVERTENCIA: esto no es inserción pagada ni comercial para YouTube. Con suerte y nunca se enteran de este blog. 😁]

Lo que empezó como una plataforma gratuita para quer la gente subiera sus videos para hacerlos  visibles a unos pocos amigos, o al mundo entero, se ha convertido en un escaparate para dar a conocer música, ciencia, tecnología, trivia, opiniones, tendencias, y como un acervo de material fílmico y videográfico de valor histórico: documentales, noticieros cinematográficos, entrevistas, incluso películas que pasaron sin pena ni gloria, o francamente malas, pero que guardan cierto culto por los admiradores de las llamadas "B Movies".

Pero no dejan de faltar videos de gatos (que son ya instituconales), gente haciendo trucos acrobáticos absurdos y peligrosos, gente que enseña manualidades o a hacer reparaciones básicas, opiniones sobre libros o películas o programas de TV.

También es usado como canal de difusión científica, cultural, comercial, incluso de espectáculos y películas.

Pero, como en todo, hay un uso y un abuso.

YouTube ha servido también para enviar mensajes de odio, de adoctrinamiento hacia grupos terroristas, para transmitir desinformnación de forma tan convincente que pareciera ser verdad.

Y, ante las voces de activistas, de grupos vulnerables, de autoridades, y del mismo público, la plataforma ha estado creando reglas para los contenidos que va a publicar. No es perfecto ni infalible, pero es un avance.

Y, para mi, en este mundo actual de TV de paga, con cientos de canales de todo para todos los gustos, o de servicios de "streaming" con series y películas de todo tipo, originales y de las grandes productoras, YouTube ha sido mi medio de video de elección. Y por una sencilla razón.

Por la universalidad y versatilidad de la plataforma, puedo encontrar prácticamente de todo, sin pagar una membresía ni estar sujeto al catálogo de tal o cual servicio. Aparte que no soy muy dado a maratones de películas, o a perseguir los últimos estrenos. He llegado a ver imágenes de cortos de cine de fines de los 1800s, o la verdadera historia del Barón Rojo, o el audio original del Control de Misión del Apolo 13, sin cortes. Pero también caigo con los videos de gatos, lo admito.

La divulgación científica en YouTube es enorme y muy diversa. Incluso he llegado a encontrar documentales de los años 50s sobre qué hacer en caso de un ataque nuclear, o cómo se desarrolló un avión que ahora es un clásico.

También hay segmentos, o "clips", de películas famosas, de programas de TV, entrevistas, eventos, en fin...

Y es un acervo que crece día con día, y aparecen frecuentemente nuevos canales sobre muchos temas, y son presentados por gente común, con el deseo de dar a conocer sus ideas, hallazgos, opiniones, al mundo entero.

Y YouTube premia a los canales con placas conmemorativas cuando pasan de cierto número de miles, incluso millones, de suscriptores a un canal. Y los titulares de esos espacios muestran orgullosos sus placas y se desmoronan en agradecimientos a sus seguidores.

YouTube... siempre contigo.

Esta plataforma me ha servido para reencontrarme con imágenes del pasado que pensaba ya perdidas pero que, en algún momento, alguien grabó y conservó y que, por una causa u otra, decidió subirlas a su canal, tal vez de nostalgia, tal vez de un tema o tópico en particular. 

El caso es que, entre las sugerencias que el ya célebre algoritmo de YouTube, basándose en mis búsquedas previas o en los videos que he visto anteriormente, me presenta al iniciar la sesión del día, me muestra una selección de videos de muy diversos temas, todos de mi interés, más sugerencias que YouTube piensa que pueden serlo. Hay que admitir que a veces le atina, pero otras nada más manda cosas a ver si caigo, pero no.

Y son tardes que vienen y van frente a la pantalla, descubriendo algo nuevo que nunca imaginé que existiera, o reencontrar fragmentos de programas o películas que alguna vez ví y que siempre quise volver a ver, pero que nunca pude encontrar, y había perdido la esperanza de encontrar. Hasta que las busqué en YouTube, o la plataforma me las presentó en su apetitoso menú.

Y vienen a la mente recuerdos, imágenes de personas, de lugares, de hechos de mi vida pasada que se asocian a esos videos. Y siempre esa nostalgia deja un grato sabor de boca.

Igualmente, la música y las imágenes logran que sentimeintos queden a flor de piel, y uno pasa de la alegría, a las lágrimas, a la adrenalina, en un click. Y una risa, o una lágrima o una exclamación de energía encuentran modo de salir a la superficie, para desconcierto de los que están alrededor.

Definitivamente, YouTube tiene un ferviente admirador en mí.

Remansos que se nos dan cuando se está en el exterior.