21 marzo, 2018

El hombre que contaba historias

Cuando uno vive en el exterior se tiene la oportunidad de encontrar tesoros inimaginables, y que no siempre son reconocidos por todos.

Como alguna vez platicamos por acá, la radio siempre ha sido un medio al que le tengo un cariño entrañable. Un espacio para que la imaginación viajara desbocada siguiendo las voces, los sonidos, los lugares descritos con lenguaje cuidado y a ratos grandilocuente y refinado. Los actores cuyas voces podían pasar del villano desalamdo al personaje tímido, de la doncella en apuros a la matriarca que lleva los destinos de una poderosa dinastía. Los sonidos de puertas abriéndose, coches arrancando, y los pasos en la oscuridad... esos pasos lentos y cautelosos, alertas ante lo que pudiera suceder en los callejones oscuros en los que el personaje camina para encontrar su destino...

Por mucho tiempo, la radio fue esa caja de sopresas, que más parecía la Caja de Pandora y sus impenetrables misterios. Hasta que una vez pude ir a presenciar un programa de radio, acompañando a la estudiantina de un buen amigo. El estudio era un pequeño teatro, los presentadores eran personas comunes y corrientes. Las ovaciones a los participantes en el programa las dábamos todos los presentes, aun los que estaban en el escenario. Efectivamente, la radio es un mundo de ilusión. No fue romper el castillo el cristal, al contrario, fue divertido.

Pero la mejor experiencia que he tenido de la radio ha sido de una manera, en mi opinión, inusitada.

En una de mis adscripciones, uno de mis jefes vivió por mucho tiempo en Estados Unidos, y nos ayudó a conocer a una persona de un nombre singular: Garrison Keillor. Este personaje no es realmente guapo, es alto, de rostro que parece de enojo, con voz profunda y, a ratos, de un susurro de confidencia. Es algo desaliñado, pero en radio uno puede estar hasta en ropa interior y ni a quien le afecte. Porque Garrison Keillor es una figura de la radio.

Por más de treinta años, la radio pública de Estados Unidos ha transmitido los sábados un programa llamado "A Prairie Home Companion", creado y conducido por el Sr. Keillor hasta hace muy poco en que, "oficialmente", pasó la estafeta a una nueva generación, aunque él no ha dejado de dar presentaciones y ser un activo escritor y comentarista de su tiempo.

Este programa, de casi dos horas por emisión, se realiza en vivo, con público presente. Su sede es Minnesota, aunque hace giras por gran parte de la Unión Americana transmitiendo en directo, lo mismo en Los Angeles, que en Nueva York, Chicago o Seattle. Y su auditorio es diverso, ya que es un programa familiar, aunque con un ligero toque de picardía, con un humor fino y bromas que divierten por igual a chicos y grandes. Con un reparto que lo mismo tiene años con él, como con nuevos integrantes, desarrolla su emisión entre música, sketches cómicos, comericales de patrocinadores ficticios como el Consejo Asesor de la Catsup (sí, la salsa), o el pie de ruibarbo que, después de un breve relato infame, pero cómico, cerraba con esta frase: "Wouldn't this be a great time for a piece of rhubarb pie? Yes, nothing gets the taste of shame and humiliation out of your mouth quite like Bebop-A-Reebop Rhubarb Pie."

Igualmente fue el escenario para crear personajes geniales como Guy Noire, un detective privado que, al estilo de las novelas negras de los años 30's, hacía investigaciones o entraba en pláticas absurdas con su amigo "Pete", terminando ambos a tiros, pero que regresaban como si nada para el siguiente programa en el que "en la ciudad que sabe guardar sus secretos" escucharíamos otra divertida historia de Guy Noire, Private Eye.

Y con música country, y de tipo regional, animaba el programa hasta llegar al momento culminante, en que Garrison Keillor se sentaba en un taburete alto y empezaba un monólogo, sin música de fondo, que iniciaba siempre con la frase: "it has been a quiet week on Lake Wobegon, Minnesota, my hometown...", y empezaba a relatar historias llenas de humor, ternura, mensaje, y que, al final, dejaban siepre un muy grato sabor de boca, y que cerraban sempre con esta despedida: "that's the news from Lake Wobegon, where all the women are strong, all the men are good looking, and all the children are above average". En medio de estas dos frases, pudimos conocer la vida de esta comundad surgida de la fértil imaginación de este autor, habitada por una curiosa comunidad luterana y católica de ascendencia noruega y alemana, con un cierto dejo de inocencia y alejada de las complicaciones de la vida moderna en Minnesota, con recuerdos de su infancia y su juventud, o historias de algunos de los habitantes de ese pintoresco lugar.

Y estas historias hicieron las delicias de generaciones de personas de Minnessota, de toda la Unión Americana, y más allá. Primero las emisiones de radio, luego los cassettes, los CD's, y luego YouTube e Internet, a través de su página web. Garrison Keillor y "A Prairie Home Companion" se convirtieron en parte de la cultura popular de E.U.A.

Nosotros creamos una razonable colección de cintas y discos de sus historias. Aunque nunca terminamos oírlas todas las historias, cada una que escuchábamos por primera vez era siempre un grato descubrimiento, una nueva anécdota que recordar, alguna frase ingeniosa para usar en la plática, y un poco más de la vida en Lake Wobegon que lográbamos conocer.

Lo que resultó una experiencia realmente inolvidable fue verlo en persona, presentando su espectáculo. La primer vez fue en California, en que fuimos a la transmisión en vivo, desde un anfiteatro, de su programa de radio. La segunda fué ya viviendo nosotros en Canadá, y fuimos a Michigan a una presentación, ya fuera del programa, pero aun con Lake Wobegon en el ambiente y en el gusto de todos los que fuimos a ese recital.

Era darle rostros a las voces, realidad a los sonidos, y ser parte del sueño de un programa de radio. Y eso no hizo nada para demeritar ese sueño, al contrario, fue darle un mejor sabor de boca, vel al hombre contar su relato en su banquillo, como jugaba con su voz para hacernos parte de esa historia, envolvernos en la intimidad del sususrro profundo, conforme la historia iba de la situación jocosa al momento emotivo, en que los personajes de Lake Wobegon son seres humanos que aman, sienten nostalgia de una juventud ya lejana, o por alguien que se va. Al final, es la vida misma, con un poco de sal y limón.

Y sería realmente hermoso poder darle un final feliz a esta historia, como lo hacía Garrison Keillor en sus programas.

Pero esta vez, la realidad fue lejos de ser tan dulce como sus relatos.

Garrison Keilor fue uno de los personajes del espectáculo que fue acusado por conducta inapropiada y un caso más de #MeeToo. Las explicaciones han ido y venido. Lo irónico es que, aun en estos difíciles momentos, el Sr. Keyllor no deja de darle un tono poético a la situación. Una mano X pulgadas en la espalda... un gesto de consuelo a una admiradora... Nada por años hasta que el abogado de ella le llamó... Y así sigue la historia...

De la noche a la mañana fue despedido de Minnessota Public Radio, sus programas retirados de la programación y su acervo, y enviado al destierro artístico y el desprecio público. Quien sabe cual será su futuro, o si tendrá futuro. En todo caso, su talento permanece en su trabajo y el legado que significa Lake Wobegon.

Para mí seguirá siendo el hombre que contaba historias.

Una agridulce mezcla de recuerdos para conservar en esta ruta por el exterior.