16 octubre, 2011

El Grito




Cuando uno vive en el exterior redescubre algunos de los valores que antes consideraba uno como bobos, "nacos", o simplemente para la chusma o cursis.

El Patriotismo es uno de ellos.

La "Mexicanidad" es un valor que algunos invocan al momento de ver jugar a la Selección Nacional, o al equipo olímpico, o a un campeón de box. O cuando recordamos y celebramos la Independencia y vamos al "Grito".

Ese ritual que los mexicanos repetimos todos los 15 de septiembre en una plaza pública, en la casa de algunos amigos (o incluso la propia, como anfitrión), en algún hotel o centro de diversión ("antros" como ahora les dicen… en mis tiempos eran bares, clubes nocturnos o simplemente un lugar para tomar una copa y pasar un rato agradable… la evolución de los términos…). Es una fiesta con sabor a "¡Viva México!"

Y están los más "aventados" que van al "Zócalo", la plaza principal de la ciudad de México, a presenciar la ceremonia cuando el presidente repite la arenga que en otras ocasiones hemos visto por televisión o escuchado por la radio. Recuerdo una caricatura que vi en una revista hace muchos años sobre el grito. Era la imagen de la plaza llena de gente y una persona diciendo a toda voz "¡MI CARTERA!!!!!!" Por supuesto, la caricatura estaba titulada "El Grito". La verdad se me hizo muy graciosa y la recuerdo hasta el día de hoy.

Pero quienes iban al Zócalo eran los "nacos", el populacho… ¡Qué iba uno a arriesgarse a meterse ahí, entre una multitud inmensurable, so pena de arriesgar la comodidad, la cartera…!

Uno se acordaba que era mexicano y demostraba su orgullo de serlo todos los 15 de septiembre. El resto del año uno era alguien más entre la multitud. Las banderitas en el coche o en los edificios se veían totalmente fuera de lugar en cualquiera otra fecha, o simplemente uno pasaba por "payaso" o "patriotero". Los mariachis eran para los que se aventuraban a la Plaza Garibaldi, para las borracheras o para las películas de Pedro Infante o Vicente Fernández…

Sin embargo, cuando uno vive fuera de su tierra, se descubre que el "¡Viva México!" tiene un sentido muy diferente. Es la identidad de uno mismo, la conciencia de un origen y una pertenencia. La añoranza por la tierra que lo vio a uno nacer y que daba por sentada, pero que ahora está lejos… Como cantaba Jorge Negrete: "México lindo y querido/si muero lejos de ti/que digan que estoy dormido/y que me traigan a ti/México Lindo y querido/si muero lejos de ti".

Ahora que me ha tocado regresar a casa he podido ver que ese gusto por ser mexicano ha adquirido un nuevo estilo, un nuevo aire. En las placas de identificación de los coches se ven marcos en que se lee "Yo soy México". La gente le gusta saber que es mexicano y lo demuestra hasta en cosas tan inusuales como las mascotas, tal y como lo vi hace algunas semanas en una calle del centro de la ciudad y que no pude evitar tomarles fotografías. Son éstas:



Eso me hizo ver que mi noción de lo que sentían los mexicanos sobre su propia mexicanidad ha cambiado. Ya no es solamente el "fervor" para motivar a la selección a la victoria. Es el deseo de que este país sea un mejor lugar, a pesar de las adversidades, a pesar de un horizonte oscuro y difícil. Dentro de todo este aspecto desolador, siempre hay espacio para una mesa adornada de tricolor, con chiles en nogada, el platillo típico para celebrar la independencia, y que pude volver a ver en casa de mi suegro después de sabe Dios cuánto tiempo. Aunque no los como, es siempre estético verlos, y le recuerda a uno el espíritu de las Fiestas Patrias.



Yo las he vivido en un contexto diferente en los últimos años, como parte de mi tiempo en el exterior. Parte del trabajo. Parte del hecho se der mexicano. Pero siempre con una emoción especial. Recuerdo mi primera recepción del 15 de septiembre ya en el exterior. Acabábamos de llegar a China y le preguntamos a mi entonces jefe si tendríamos "Grito". Él dijo, con cierto aire de haberle hecho una pregunta boba, que no, porque nadie entendería lo que era eso. Al final fue una recepción fría, impersonal, discursos, brindis de rigor. Y ya. Cuando terminó todo, regresamos mi esposa y yo al hotel donde estábamos hospedados y prendimos la TV para distraernos. Al recorrer canales encontramos una pelea de box, en la que estaba un pugilista mexicano. Al llegar el momento de los himnos, al escuchar el nuestro, lentamente nos levantamos del sofá en que estábamos sentados y empezamos a cantarlo con lágrimas en los ojos.

Mi siguiente jefe tenía otra mentalidad, y tuvo una idea que considero genial. Efectivamente, se seguiría con el evento oficial: discursos, brindis y esas cosas. Pero en las invitaciones para los mexicanos se agregó una tarjetita que pedía que permanecieran en el salón de la recepción después de que se fueran los demás invitados. Era una sorpresa. Cuando llegó ese momento, el jefe tomó la bandera y dio el Grito. Todos los que estábamos ahí lo contestamos con un sentimiento de orgullo y alegría desmedida. Era la actitud del que recordaba y tenía muy claro que el 15 de Septiembre era una fiesta de los mexicanos, para los mexicanos. Lo demás era aparte, para el protocolo, para "los que no entienden qué es eso". Nunca olvidaré esas palabras y las tengo como una lección de lo que NO debe ser una celebración de Fiestas Patrias en el exterior.

Ya me tocó ver la ceremonia del Zócalo por televisión de regreso en México. Traté de que los demás en casa la vieran, pero no hubo realmente interés: los niños no tenían la menor idea de lo que estaba pasando, además de que estaban muy ocupados con sus iPods o Nintendos. MI esposa estaba en su "compu"… Al final este tipo de cosas se convierten en ritos íntimos en que uno se sumerge en el momento y el mundo que uno ve desde sus ojos se detiene por unos cuantos minutos para gritar desde el fondo del alma "¡VIVA MÉXICO!"

Aunque ya tarde, Felices Fiestas Patrias.

Es algo que nunca dejará de ser especial, no importa si uno lo vive en la Patria o desde el exterior.