20 septiembre, 2022

God save the...

 Cuando uno ha vivido en el exterior, la experiencia de vivir la Historia toma un sabor diferente, y nos hace más conscientes del valor de los acontecimientos que de desarrollan frente a nuestros ojos.

Al tiempo en que redacto esta entrega, septiembre de 2022, una de las notas que acaparan la atención mundial es el fallecimiento de la reina Isabel II del Reino Unido.


A sus 96 años de edad, y 70 de reinado, Su Majestad representó un ícono del Siglo XX y de casi el primer cuarto del siglo XXI. Se puede decir que fue la última monarca británica a la que se le pudo decir "Su Majestad Imperial", ya que recibió, a la muerte de su padre Jorge VI, lo que quedaba del otrora Imperio Británico, en el que nunca se ocultaba el sol, como se atribuye que dijo la Reina Victoria alguna vez.

Ya para entonces la India, la joya de la corona, se había separado de la Corona, en un movimiento impulsado por Mahatma Gandhi y su resistencia pacífica, pero que, por otro lado, representó la división del nuevo país en dos instancias, dando origen a Pakistán, de fe musulmana, y a la India, de creencias hinduístas. Una ruptura dolorosa en muchos aspectos.

Otras naciones como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, y varias del Caribe y Africa, asumieron una cierta autonomía, pero reconociendo a Su Majestad como su Jefa de Estado, independientemente de tener un Primer Ministro como Jefe de Gobierno, una bandera propia, leyes propias y un reconocimiento internacional. Estos países se agruparon en la Commonwealth, que se ha traducido como la Mancomunidad Británica de Naciones. Y Su Majestad abrazó a la Commonwealth como una causa propia, dándole gran parte de su tiempo, visitas frecuentes y prestando atención a sus necesidades y aspiraciones como naciones autónomas, pero fieles a la Corona.

Y, sin parecer favoritista, sino citando a Su Majestad, Canadá era de sus lugares predilectos (probablemente hayan notado mi particular aprecio hacia Canadá en los últimos años). A ese país hizo el mayor número de visitas, y expresó siempre su agrado por la nación de la hoja de maple roja. Y ese cariño ha sido recíproco por los habitantes del Norte Norte (como yo le suelo decir). Esa relación ha sufirdo un estremecimiento hasta sus raíces con el tema de las escuelas residenciales, internados en que el grupo dominante, de procedencia británica, encerró a generaciones de niños y jóvenes de las Primeras Naciones, los pueblos originarios de Canadá, en un proceso de adoctrinamiento hacia su visión europea y erradicando sus orígenes autóctonos, empezando desde el primer Primer Ministro MacDonald en el siglo XIX, hasta los años 60s del siglo XX, causando graves daños a esos jóvenes y a la herencia histórica de los orígenes de los kanuk, como se les llama también a los canadienses. El nuevo rey, entonces todavía como Príncipe de Gales, y en representación oficial de Su Majestad, estuvo en 2022 en Canadá para afrontar el tema y expresar el pesar y el reconocimiento de la Corona a los daños causados por estas instituciones, favorecidas por los líderes asociados a la Corona.

Su Majestad supo avanzar al paso de los tiempos. No que fuera fácil, sino que era necesario. Cuando ascendió al Trono, el Reino Unido seguía sufriendo las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, en la que ella tuvo una pequeña, pero significativa, participación al reclutarse como mecánica y chofer de camiones militares. Algo significativo por ser alguien de la Casa Real que se involucraba activamente en el esfuerzo de guerra en el "frente en casa" como se le dió en llamar. Esta habilidad de manejar le fue de gran ayuda, muchos años después, al dar un paseo con el rey de Arabia Saudita, conduciendo Su Majestad uno de los Range Rover que tiene a su disposición, y los que gustaba de conducir en sus estancias en Escocia y en otras residencias campestres de la Casa Real. Siendo de un país en que las mujeres no tenían el privilegio de manejar, el Rey de Arabia tuvo un paseo inolvidable teniendo a Su Majestad al volante, quien hizo gala de sus habilidades de manejo a campo traviesa, haciendo que el rey árabe le pidiera que le bajara al "ameno paseo".

Para alguien que debía seguir un estricto protocolo, Su Majestad supo acercarse a sus súbditos y a la gente que encontraba en sus viajes por su reino y por el mundo. Recuerdo vagamente cuando vino a México. A su llegada se transportó en un vehículo descubierto, saludando a la multitud que estaba en la ruta. La esposa del presidente entonces le regaló un rebozo con hilo de plata, que Su Majestad se puso y lo lució en ese trayecto, bajo el radiante sol de la Ciudad de México, siempre con una sonrisa y saludando a la multitud. Ese tipo de escenas fue común en sus viajes, en que se acercaba a niños, niñas, hombres y mujeres, y los saludaba cordialmente, siempre en su calidad de Reina, pero con amabilidad sincera. Prestaba atención a las explicaciones que recibía en los lugares que visitaba, lo mismo una fábrica, que un centro de investigación o una granja. Si estaban en el itinerario que ella aprobaba, les daba toda su atención.

No fue perefecta. Tuvo momentos y decisiones que, aun despues de su fallecimiento, serán ampliamente cuestionadas, e incluso serán situaciones que el Rey Carlos III deberá asumir ya que es el  Jefe de Estado y quien lleva la Corona del Reino. 

La guerra de las Malvinas, por citar un caso. El conflicto demostró los verdaderos intereses del Sistema Interamericano de Defensa, ya que Argentina esperaba que Estados Unidos, principal potencia militar del continente, defendiera a Argentina de las fuerzas armadas británicas. Como muchos sabemos y recordamos, eso nunca pasó. Actualmente las relaciones entrte Reino Unido y Argentina son limitadas y sigue la negociación para encontrar una solución concertada para el diferendo. Pero eso no evita que gente como un "humorista" argentino celebrara, según ésto con champagne, el fallecimiento de Su Majestad, llamándole "bruja" y otros epítetos que me incomoda recordar. Entiendo que el humor argentino puede ser agresivo e irreverente, y que mucha gente debió celebrar el desplante, ya que fue en un programa en vivo y con audiencia (yo vi el video en YouTube). Pero no lo veo oportuno.

Otro episodio controvertido fueron los tres días de silencio que pasaron entre el accidente que costó la vida de la Princesa Diana y el pronunciamiento que hizo por televisión, en vivo, a todo el Reino Unido. Ese silencio mandó un mensaje de indiferencia ante la tragedia que sus súbditos sufrían por la muerte de un personaje tan querido. Por supuesto estaba la tormentosa historia del matrimonio entre el entonces Príncipe de Gales y la Princesa de la Gente, como se dio en llamarle por la simpatía y el carisma que trajo a la Casa Real y a su persona. Luego el divorcio, la relación de Carlos con quien se convirtió en su segunda esposa y, ahora, Reina Consorte, y la relación de Diana con quien estuvo en el accidente que le costara la vida. Fue ver cómo una relación que había sido cordial entre Diana y Su Majestad se deterioró, al punto de que Diana se desconectó de la Casa Real, aunque tuvo un intenso activismo por diversas causas como el SIDA o las minas antipersonal, enrtre otras; hizo una cercana amistad con la Madre Teresa de Calcuta, entre otros muchos actos de conciencia social y apoyo a diversas causas de interés mundial. Su Majestad, junto con sus deberes de Estado, tenía la obligación de ser abuela y acompañar a sus nietos al perder a su madre de forma tan trágica. Esos tres días fueron para estar con su familia, el Reino podía esperar.

Hubo otros momentos oscuros en el reinado de Su Majestad. Todos dolorosos, difíciles, que exigieron todo de ella, dando una imagen de dignidad, entereza, solidez, y que ayudó a que el Reino saliera adelante de esos eventos.


Pero también hubo alegría en el reinado de Su Majestad.

Aun antes de ascender al Trono, Su majested gozó de muchas alegrías. Desde su matrimonio con quien fue su pareja inseparable por toda su vida, el Príncipe Felipe; la llegada de su primer retoño, Carlos; el crecimiento de su familia... Hasta recibir el cariño de sus súbditos en sus jublileos, los dos últimos sin precedentes por la longevidad de su reinado. Las muestras de aprecio a lo largo de sus recorridos por las calles de Londres, de Toronto, de Sydney, de Nairobi, incluso de Nueva York, de México, y de otras muchas partes del mundo, son muestra de la simpatía que emanaba Su Majestad.

Como decíamos más arriba, Su Majestad marchó al paso de los tiempos. Con la llegada de la televisión al Reino Unido, la aprovechó ampliamente para dirigirse a sus súbditos de una manera más directa que con la radio, que había sido el medio socorrido por su padre y varios Primeros Ministros como Winston Churchill, famoso por sus elocuentes discursos. Su Majestad fue quien inició los mensajes de Navidad de la Corona por este medio, convirtiéndose en una tradición en los hogares británicos por décadas. En esas oportunidades, Su Majestad hacía un recuento personal de aquello que había caracterizado el año que estaba por terminar y siempre con un mensaje positivo al final. Se recuerda el de 2021, su último mensaje, cuando se daba la recuperación de la pandemia, en que animaba a sus súbditos, ante la separación por el COVID a "ver a los amigos de nuevo. Ver a la familia de nuevo. Estar reunidos de nuevo".


Su sentido del humor fue una característica celebrada por quienes la conocieron de cerca. Normalmente era algo que reservaba para momentos privados, pero en 2012 se dio la oportunidad de hacerlo a lo grande. Con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres, era oportuno algún pronunciamiento de Su Majestad. Y lo hubo, con ayuda de un súbdito especial.

Bond... James Bond.


El video que hizo con Daniel Craig, actor que en el momento encarnaba al personaje de Ian Fleming, fue una grata y divertida sorpresa, y mostró que Su Majestad podía ser también parte de la broma. Debo confesar que, cuando lo vi por primera vez, no sabía la historia completa. Imaginaba que el papel de la reina iba a ser representado por alguna de las actrices que tienen gran parecido con Su Majestad. ¡Y cual fue mi sorpresa al ver que era Su Majestad, en persona, la que recibía al Sr. Bond en su despacho!, siempre en carácter (por supuesto), y que se dirigía a uno de los jardines del palacio para abordar un helicóptero, del que (aparentemente, por supuesto) saltaba en paracaídas, al más puro estilo del Agente 007. Naturalmente, al anunciar a Su Majestad, ella apareció en el palco real, no con su paracaídas con la bandera británica. Sin duda un episodio divertido y que le dio un nuevo carisma a Su Majestad.

Más recientemente, y en lo que muchos vimos como un video de despedida involuntario, fue el que Su Majestad protagonizó con un personaje de cuentos para niños: el oso Paddington. Originario del Oscuro Perú (Darkest Peru), este osito distraído y experto en hacer enredos involuntarios, consecuencia de su ingenuidad, ha sido el deleite de muchas generaciones de niños en el Reino Unido y los países de herencia británica. Pues Paddington fue invitado a tomar el té con Su Majestad, y tuvieron un grato momento en uno de lo salones del palacio en que, por su natual desconocimiento del protocolo y del comportamiento ante Su Majestad, al momento de que Su Majestad recomendó servir el té, Paddington tomó el té directamente de la tetera, ante la mirada atónita de Su Majestad. 

Y ante un discreto carraspeo de uno de los pajes que asisten en los salones de palacio, el osito cayó en cuenta y le ofreció a Su Majestad lo que quedaba del té, que era prácticamente nada. Para compensar, Paddington ofreció su sandwich de mermelada que guarda siempre en su sombrero, a lo que Su Majestad, en un gesto muy tierno, le dijo al osito que ella también tenía uno, sacándolo de su bolso, "para más tarde". El momento que ha robado el corazón del Reino Unido llegó cuando Paddington, tal vez siendo la voz de todos los súbditos de la Corona, le dijo a Su Majestad con voz humilde "Gracias, Señora... por todo".  Después se integraron a los festejos del Jubileo. Esa imagen ha sido la inspiración de muchos mensajes y un dibujo que se ha convertido, sin proponérselo su autora, en el símbolo más conmovedor de la partida de Su Majestad:

Los actos de duelo y honores a Su Majestad han seguido un estricto plan diseñado desde hace tiempo, la Operación Puente de Londres (Operation London Bridge), que se activó con una frase que circuló en todas las áreas del gobierno británico: "London Bridge is down" (El Puente de Londres ha caído). Cerrarán con el funeral de estado en la Abadía de Werstminster, con la presencia de jefes de estado y gobierno, invitados especiales y la familia real pero, sobre todo, del pueblo británico que da el último adiós a su Soberana.

La imagen de Su Majestad fue de solidez, de unidad, de calidez. Fue a quien el pueblo británico volteaba en busca de consuelo o reafirmación. No fue una soberana perfecta, pero cumplió a cabalidad su función de monarca constitucional. No se conformó en ser un mero adorno, pero tampoco se excedió en las funciones que tiene asignadas. Nunca se involucró en política, pero nunca estuvo fuera de la jugada. Supo acercarse a sus súbditos, pero sin ser abrumadora, exagerada o insensible a su situación.

Se ha hablado mucho de la necesidad, la conveniencia o la utilidad de la Corona en Gran Bretaña. Incluso de que desaparezca, a favor de una república. Sin embargo, la presencia de Su Majestad hizo que ese tema no fuera de primera línea, aunque nunca desapareció del todo. Ahora que ya no está, algunos analistas sugieren que podrá retomar nueva fuerza, y será uno de los temas que Carlos III, el nuevo rey del Reino Unido, deberá afrontar, ahora, sin la presencia de su madre.

Igualmente, la desbandada de los países de la Commonwealth. Pocos meses antes del fallecimiento de Su Majestad, Barbados se declaró nación soberana, asumiendo su propia Jefatura de Estado, y fue el todavía Príncipe de Gales quien atestiguó, en nombre de la Corona, este suceso. Y hay otros países que hablan de seguir el mismo ejemplo. Sin embargo Canadá, que es un país protagónico dentro de la Commonwealth, no ha manejado el tema de manera definitiva, aunque hay una cierta corriente, sobre todo en Quebec (bueno... ellos quieren separarse de todo y de todos...) que ve que ser súbditos de una corona extranjera, o al menos lejana, no es ya una opción, aunado a la crisis de las escuelas residenciales, que ha generado un sentimiento de cierto resentimiento hacia la Corona. Ya el tiempo dirá.

Uno de los comentarios que se escuchaban recién se anunció el fallecimiento de Su Majestad, era que fue la única monarca del Reino Unido que conocieron muchas generaciones de británicos. Cometarios parecidos escuché cundo fue la muerte del Papa Juan Pablo II, cuyo pontificado fue de alrededor de 30 años, inusual para un pontífice de Roma. Tal vez sean coincidencias. Ambos llegaron a su posición después de predecesores de corta estancia en sus tronos (claro, en el caso del Papa fue alrededor de un mes del pontificado de su predecesor, y en el caso de Su Majestad fueron cerca de 16 años de su padre en el trono, en proporción, fueron períodos cortos). Ambos fueron la segunda persona en ostentar el nombre, ambos por decisión propia. Su presencia fue testigo y también motor de cambios en sus respectivos contextos. Ninguno de los dos salió libre de escándalos a su alrededor, pero ambos fueron figuras pivotales en sus entornos. Ambos fueron admirados y cuestionados significativamente por el mundo entero. Ambos vivieron muy de cerca la Segunda Guerra Mundial (otro segundo nombre... muy interesante) (el Papa en la resistencia polaca y de Su Majestad lo comentamos más arriba, enlistándose en el ejército, y no olvidemos el Blitz, los bombardeos que sufrieron Londres y otras ciudades británicas por la Luftwaffe).

Se cierra un capítulo histórico en el que Winston Churchill nunca dejó de llamar el Imperio Británico, y que Su Majestad llamaba Gran Bretaña. Cuando el pueblo británico despierte el 20 de septiembre, ya que los restos de quien fuera su soberana por casi tres cuartos de siglo ya reposen en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor, empezará no sólo un nuevo día, sino una nueva era, post-isabelina, con sus propios retos y expectativas. Una era que Carlos III tendrá que saber manejar para lograr la unidad del reino y la persistencia de la Corona. No tendrá el carisma ni la empatía de su madre, deberá crear una imagen e identidad propias, como nuevo rey. No tiene una labor fácil ni sencilla. Como han dicho varios analistas, tiene unos zapatos muy grandes que llenar.

Pero lo que no tiene duda es que Su Majestad Real Isabel II, Reina de Inglaterra, Reina de Escocia, Reina de Gales, Reina de Canadá, Protectora de la Fe y líder de la Commonwealth y los territorios de la Corona, o Lillibeth para su familia, será por siempre un símbolo de la transición que el Reino Unido tuvo que tener de un imperio colonial a una democracia sólida, una soberana que le tocó vivir los esplendores de una nación lider en el planeta y las tribulaciones de crisis que amenazaron la integridad de la Casa Real y de la Corona misma. Supo llegar al hogar y al corazón de sus súbditos, que desfilaron por miles ante su féretro al ser expuesto para que ellos expresaran su pesar y su respeto a su Soberana.

¡Honor y recuerdo a la Reina!


Un humilde homenaje a Su Majestad de alguien que, sin haberla conocido personalmente, le guarda siempre un gran respeto y admiración.

Alguien que ha vivido la experiencia desde el exterior.