Dedicado, con mucho afecto, a los extraordinarios modelistas de IPMS México, quienes conservan y perpetúan el hermoso pasatiempo del modelismo estático en mi país.
Cuando uno ha vivido en el exterior, encuentra uno el modo de recuperar los placeres sencillos que lo han acompañado a uno a lo largo de su vida.
Todos tenemos pasatiempos. Leer, visitar museos, escribir (como aquí podrán observar), tomar fotos, entre otros.
Y coleccionar.
Hay quienes coleccionan monedas, otros millones de ellas (y me encantaría que me compartieran algunos de esos millones de monedas que les pudieran estorbar...). Hay quienes juntan automóviles, como el animador de televisión estadounidense Jay Leno, que tiene coches de diferentes épocas, marcas, tipos, algunos muy raros o ejemplares únicos. Se le puede ver en YouTube presentando algunos de sus vehículos, o entrevistando a quienes tienen autos únicos, pero no de su colección. Good sport, dirían en inglés, por no cerrarse solo a su invaluable y amplia colección, sino que da espacio para que su público conozca otros coches raros y únicos que él no posee.
Yo también colecciono autos. Y aviones. Y barcos. Incluso algunas naves espaciales.
Y antes de que vengan en desbandada a pedirme dinero, pensando que tengo una fortuna infinita como para poder conseguir todo eso, permítanme les enseño parte de mi coleccón:
Bueno... tengo que admitir que la tengo un poco descuidada. Pero en mi defensa puedo decir que esta colección, de la que ven una mínima parte, ha estado almacenada de forma descuidada e inmisericorde por los últimos 35 años.
Verán... soy modelista.
Empecé desde los 12 o 14 años, no estoy muy seguro. Eran los 1970s, y el mercado para un chico de esas edades era muy limitado: básicamente lo que uno podía conseguir en supermercados, papelerías, algunas ferreterías o farmacias. Eran modelos hechos en México de moldes del extranjero. La marca más famosa de esa época era Revell-Lodela. Revell era la marca original de Estados Unidos, y Lodela (por López de Lara, dueño de la empresa), era quien inyectaba estireno en los moldes de Revell en México. Teniendo Lodela, lo que ahora sería la franquicia, le permitía usar la decoración de cajas, o box art de Revell, en sus propios empaques que, en muchos casos, eran verdades obras de arte pictórico presentando el original del vehículo reproducido a escala: un avión de combate, un transporte militar o un coche deportivo. La gama era extensa y, para un chico de mi edad y poco conocimiento del medio modelístico, suficiente para mis necesidades.
El acercarme a este pasatiempo, o hobby, me ayudó a conocer muchas cosas, sobre todo aviones de combate, o aviones caza. Si bien es cierto que soy un apasionado de la aviación, sin ser un experto, como ya escribí acá en alguna ocasión, el poder tener réplicas de aviones famosos se sumaba a esta pasión por las máquinas voladoras de todos los tiempos. Debo admitir que me centré más en los aviones de la Segunda Guerra Mundial por un par de razones: eran lo que más se vendían, aparte de que son más fáciles de armar (los aviones de la Primera Guerra Mundial son mucho más pequeños y, si uno se esmera en el detalle, puede uno frustrarse de su falta de pericia con ese tamaño de piezas, algunas de unos pocos milímetros). Y, de entre todos ellos, el Supermarine Spitfire robó flagrantemente mi corazón.
Para muestra, un botón:
Son varias versiones de ese ilustre avión, a diferentes escalas, armadas en diferentes momentos de mis inicios de modelista, en tiempos ya muy pasados. En mi arqueología modelística pude rescatar estos ejemplares, pero muy deteriorados por el almacenaje, el tiempo, el polvo, el descuido y demás. Fue hermoso recuperarlos, cada uno con una historia propia, pero triste verlos en sus actuales condiciones, pero con el firme propósito de restaurarlos en la medida de lo posible. Hay partes perdidas o dispersas en otras cajas que todavía no logro recuperar, pero es una tarea que me he asignado el darles nueva vida, como compromiso por el avión que me fascina.
En esta etapa logré armar cerca de 90 piezas de diferentes tipos, colores y sabores. Aviones, como ya dijimos, algunos barcos, dos versiones de la nave estelar Enterprise de la serie de Viaje a las Estrellas o Star Trek, que ganó auge en esos años de mi ya lejana infancia y temprana juventud. Y había colocado repisas metálicas para mostrarlos, además de aprovechar el espacio de la parte de arriba de un ropero que mi madre había puesto en mi cuarto. Era muy satisfactorio poder verlos desde la puerta de la habitación.
Pero el chiste del modelismo no es solo pegar partes y ya. Luego viene la decoración. Y ahí está la gran ciencia de este hobby.
Como son réplicas de vehículos reales, el reto es lograr que se vean lo más cercanos al vehículo que representan, y más que muchos de esos son de relevancia histórica. Para eso se vendían pinturas con los colores más comunes (rojo, azul, verde, blanco, negro, entre otros primarios y secundarios), y luego uno los mezclaba para lograr tonalidades acordes al modelo original. Y eso se limpiaba con thinner, un solvente que se usaba en la industria o en otras actividades, ninguna relacionada con un chico de 14 años pintando un avión miniatura. Y esos solventes era lo ideal el usarlos en lugares bien ventilados, o los elefantes rosas llegaban a molestarlo a uno...
En mi nula experiencia en el pasatiempo, yo pintaba con pincel (es como uno aplica pintura líquida en una superficie, ¿verdad?) y me sucedía que algunas pinturas eran tan espesas que dejaban gruesas capas en la superficie del vehículo. A veces eso daba un acabado uniforme, siempre y cuando toda la superficie fuera del mismo color. Pero cuando eran varios colores los que se usaban, las marcas de las diferentes pinturas hacían perder los detalles gravados en la superficie: remaches, marcas de placas metálicas y otras características que le daban cierto realismo al modelo. Otras veces quedaban las marcas de las ebras del pincel, quedando la superficie rayada permanentemente. Nada que un modelista serio se atrevería a mostrar en público.
Probablemente hubiera logrado mayor pericia y experiencia si hubiera tenido la oportunidad de poder seguirlo y, aún mejor, poder acercarme a otros modelistas, con mayor experiencia, para aprender de ellos y lograr piezas de mejor calidad, y adquirir técnicas de pintura, acabado, entre otras, para lograr modelos perfectos. Sin embargo, en la última mudanza de casa con mis padres, mi colección tuvo que irse a cajas que, por querer protegerlas, no supe embalar correctamente. Y en la nueva casa, no preví un espacio para mis repisas de modelos, y dejé espacio para una nueva computadora y sus accesorios. Los modelos se quedaron mal empacados en esas cajas por años y años.
Cuando me casé, no vi el modo de llevar mis modelos conmigo. Para entonces, ya tenía dos años en el Servicio Exterior, y era inminente que me tocara mi primera salida al exterior, lo que ocurrió un año y medio después. Desde un principio sabía que el transportar mi colección era impensable, era muy delicada y frágil, y no iba a aguantar una travesía de un mes en barco, en un contenedor, junto con nuestra ropa, algunos accesorios y unas pocas cosas que llevamos de un precario menaje.
El gusanito del modelismo seguía latente en mí, y poco antes de salir de China en el 2000, encontré una tienda departamental, en la que tenían varios modelos a la venta, algunos réplicas o copias de piezas de marcas como Heller, famosa en aquellos años y en mi todavía escaso conocimiento del medio, eran dos cohetes Arianne, así como marcas locales, y llevé uno de la naciente estación espacial china. Y también vi modelos de marcas como Academy, coreana, y llevé un Titanic 1/350, al que le traía ganas por mucho tiempo, y una copia china de un modelo de Tamiya, marca japonesa, del portaviones CVN-65 USS Enterprise, al que también le traía muchas ganas. En pocas palabras, empecé a hacerme de modelos con la esperanza de poder armarlos cuando me jubilara.
Cuando ya lleva uno el gen del modelista en el ADN, no deja de manifestarse.
Al llegar a Estados Unidos, fue llegar a la Meca del modelismo.
La variedad de modelos, escalas, marcas, era abrumadora. El entrar a tiendas de hobbies era un placer que Delia, mi esposa, veía de forma ambivalente: era verme disfrutar algo que me ha gustado desde siempre, pero era el temor de llenarnos de más y más cajas de modelos, que engrosaban nuestro ya voluminoso menaje, y el tema de podernlas en alguna parte de nuestras casas no era poca cosa, ya que estaban también los chicos y su ropa, sus juguetes, y también tenían derecho a su espacio.
Pero la codicia...
Y llegué a ver modelos muy raros, y muchos que me llamaban la atención. Pero también empecé a darme una idea de lo complejo que era el verdadero modelismo, más allá de solo pegar piezas y darles una forma, y luego ponerles pintura y darlos por terminados.
El nivel de sofisticación del modelismo me dejó pasmado. Revistas altamente especializadas como "Fine Scale Modeler" eran lecturas obligadas, no solo para morir de la envidia de las galerías de modelos de verdaderos artistas del pasatiempo de diversas partes del mundo, que enviaban fotos de sus trabajos, sino por las técnicas que aparecían en los reportajes de los expertos sobre cómo pintar, decorar, dar efectos con la pintura de metal desgastado, manchas de uso, camouflage, o cómo era el armado de un cierto modelo, incluso reviews o críticas de nuevos modelos que salían al mercado, señalando sus ventajas y desventajas de una manera objetiva, desde el precio, hasta la calidad de la superficie del modelo, los detalles, etc.
Y las pinturas... y las herramientas... Como pueden ver en las fotos de arriba, que es mi equipo actual, y que es nada en comparación con lo que tienen modelistas más avezados en el pasatiempo.
Se ha vuelto una verdadera industria para un grupo muy selecto y específico de consumidores. Y que crece ahora con nuevas marcas de modelos, mayoritariamente de China, aunque lugares como Ucrania y Polonia han desarrollado un muy buen plástico. La competencia se vuelve feroz con modelos cada vez más detallados a escalas más socorridas por los modelistas. Escuchar o ver piezas 1/72, 1/48, 1/35 (se leen "uno a setenta y dos", "uno a cuarenta y ocho" y "uno a treinta y cinco") es de lo más normal y común en el modelismo para las escalas de aviones o vehículos. Pero hay escalas como 1/350 o 1/700 para barcos o algunas naves espaciales, o 1/32 y 1/24 para aviones. Cuanto más pequeño es el número de la escala, mayor es el tamaño físico del modelo, ya que representa la proporción con respecto al modelo real. 1/32 quiere decir que una pulgada equivale a 32 pulgadas, en proporción, con respecto al modelo original. Y escalas como 1/700 se aplican, por ejemplo, a barcos actuales como portaaviones, que en esa proporción los modelos a escala miden algo así como 30 cm (como son los que vieron en mi foto de mi colección deteriorada). Cuando compré el "Enterprise" de 1/350, es un modelo de casi un metro de largo, podrán comprender la inquietud de Delia cuando vio esa cajota....
Cuando llegamos a Albuquerque, encontré algo que hizo que mi espíritu modelista se llenara de júbilo: un grupo. El Albuquerque Scale Modelers, que se reunía una vez al mes para tener competencias, convivir, recibir nuevos integrantes (como yo) y continuar con el pasatiempo. Y me dieron mi gafete:
Mi estancia con ellos fue breve, un par de años, a lo sumo, cuando nos tocó volver a emigrar. Esta vez a Dallas, Texas. Como regalo de despedida, uno de los integrantes del ASM, con quien tuve buena cercanía, me regaló un modelo que tiene un significado especial para mí, no sólo por el detalle del obsequio, sino por el modelo en sí: un Spitfite Mk I de Tamiya, escala 1/48, con el kit de conversión, en resina, para hacer el prototipo de ese avión, número de serie K5054, y del que, hasta la fecha, no existe modelo como tal. Es uno de mis actuales modelos en lista de espera para ponerle manos a la obra.
Para este momento, según un cálculo muy a simple vista, debo tener unas 60 piezas sin armar de mi estancia en Estados Unidos. Desde naves espaciales, otros vehículos de ciencia-ficción y futuristas, aviones, un par de barcos (incluyendo el "Enterprise" de China) y dos barcos antiguos (el "Victory" de la batalla de Trafalgar y la "Santa María" de Cristóbal Colón), aviones de la Segunda Guerra Mundial a pasto, incluso aviones producidos en Europa del Este y que son poco conocidos por estas latitudes.
En Canadá, la siguiente parada en nuestro recorrido, fue para algunas piezas más, pero, sobre todo, para hacerme de pinturas y herramientas. En esta época hice la transición de pinturas de aceite (las que aligeraba con thinner) a pinturas acrílicas, basadas en agua. Mis marcas eran Master Modeler, y lugo Tamiya. Ambas extraordinarias. Conseguí un estand para pintar y una pequeña compresora para hacer mis pininos con el aerógrafo, o pincel de aire, herramienta de la que ya había oído hablar, pero la veía como algo inalcanzable, solo para los muy expertos.
Desde Estados Unidos, Internet ha sido un punto de venta para plástico. Ya fuera por eBay o en tiendas especializadas en línea, era posible conseguir modelos ya agotados en el mercado local, o difíciles de encontrar por antiguos o ya descontinuados.
En Canadá conocí una tienda ucraniana en línea, distribuidora de la marca ICM, de ese mismo país, a la que hice una orden de... adivinen... ¡un Spitfire! Y fueron tan amables de mandarme, junto con el avión , un billete de un hryvnia ucraniano (moneda de allá), dulces locales y una amable carta de agradecimiento por mi compra. Con la guerra en ese país, la tienda sigue activa pero, además de seguir vendiendo sus productos, aporta fondos de sus ventas y donaciones a la causa de guerra de Ucrania.
Y fue en Canadá donde retomé el armar este avión, poniendo lo mejor de mi parte y escasa experiencia, habiendo leído varias monografías, reportajes sobre pintura, detallado, acabados, etc. Monté una mesa de trabajo en la estancia de la casa (ya no había amenaza de elefantes rosas con el thinner, porque eran pinturas acrílicas), y pintaba en la cochera con el aerógrafo. En el proceso hubo errores de pintura, problemas de ensamble de ciertos detalles, como el motor y, por último, el regreso a México, que no permitieron que pudiera terminar el modelo como hubiera querido, y más porque era un regalo que quería dar al museo aeronáutico local, con el que había logrado una buena relación por mi trabajo.
Por desgracia, no tuve oportunidad de ver el tema del embalaje del avión y de mi equipo de modelismo. Las pinturas y herramientas llegaron muy bien, pero el avión llegó afectado en la pintura y la integridad del modelo, aunque no puedo dejar de reconocer que se embaló con muy buena intención de que pudiera soportar el regreso.
Ya en México, y francamente por casualidad, gracias a Delia, supe de IPMS México, o Sociedad Internacional de Modelistas en Plástico, organización que aglomera a quienes disfrutamos del arte de poner piezas juntas y crear réplicas de vehículos de la realidad o de la fantasía con calidad artística a nivel mundial. No soy ajeno a esta organización. Ya había oído hablar de ella en mi tiempo en Estados Unidos, incluso me había afiliado al "capítulo" o sección nacional de allá. En algún lado debo tener mi credencial, todavía de cartón e impresa con mi nombre, sin foto.
En noviembre de 2024, fui a su exhibición y concurso nacional, donde vi verdaderas obras maestras del modelismo:
Y, por supuesto, como en todo evento que se precie de ser "decente", hubo Spitfires 😁:
Fue en este evento que averigüé cómo entrar a IMPS México. Y me dijeron del pago de la cuota anual, fechas de las reuniones semanales y demás. Naturalmente me apunté en ese mismo instante, pagué mi cuota, y, desde entonces, ya formo parte de una fraternidad de peronas que comparten su pasión por el modelismo, y que han aprendido sobre tanques, vehículos, aviones, uniformes, ejércitos, de épocas tan disímbolas como la Primera y Segunda Guerras Mundiales, de la guerra de Corea, de la de Vietnam, de la del golfo Pérsico. Pero también de marcas de modelos (presentes y antiguas), calidad de pinturas, mejores herramientas, técnicas de ensamble y decoración. Todos enciclopedias de sus especialidades y campos de interés relacionados con el modelismo.
En tiempos recientes, nuevas tendencias como el Gundam, Warhammer, animé, entre otras, han empezado a ganar terreno en el hobby, especialmente en las nuevas generaciones que están más familiarizadas con estas corrientes, principalmente del Oriente como Japón y Corea, por citar un par de ejemplos. Las figuras y bustos de personajes históricos, pinups de hermosas y exhuberantes mujeres, o de personajes de la fantasía como duendes o dragones, ahora son acompañados de robots-armaduras, guerreros de conflictos en otras galaxias o dimensiones, naves de diseños inimaginables en otras épocas. Y entonces ya no es suficiente saber de patrones de camuflaje de aviones británicos estacionados en Malta entre 1943 y 1944, o de aviones estadounidenses en la guerra de Vietnam, o de tanques alemanes en Europa. Ya hay que saber de robots de nombres a veces impronunciables, más que en japonés, o de criaturas salidas de alguna dimensión de terror... Tiempos modernos...
El modelista de corazón sabe lograr que un paquete de piezas, siguiendo las instrucciones de unos planos, pueda convertirse en la réplica en miniatura de un vehículo de aire, tierra, mar o espacio, tratando de reproducir, hasta lo más cercano posible, al vehículo original del que se tomó la referencia. O veamoslo así:
Claro, esta imagen es solo de una parte de un avión (la bahía de cañones) que tiene sus propias instrucciones, aparte de las del resto del avión. Pero es para que se den una pequeña idea.
Es poder tomar esto:
Usando esto:
Pasando por esta ruta:
Para llegar a este glorioso final:

Pero el modelismo no es solo plástico con una forma, colores y con la referencia a algo, real o imaginario. Es una cofradía, una comunidad, una familia de camaradería, bromas, historias, "tips", un modelo más para la mesa de trabajo y, eventualmente, el anaquel en casa. Un grupo que ha compartido una vida entera, desde la juventud con los primeros pasos en el pasatiempo, el aprendizaje, las nuevas técnicas y el encontrar el tipo de modelos que más lo atraen: tanques, aviones, vehículos, figuras, naves espaciales... Y de unos cuantos comprados en algún supermercado o papelería, a juntar docenas en la mesa de trabajo, y empezar a aprender de cierto tipo de avión, o de un período de la historia, o de un tipo de vehículo. Y los libros. Y las revistas. Y los catálogos de marcas y pinturas. Y las herramientas. Paso a paso, crear un verdadero espacio para la creación de réplicas de precisión de vehículos reales. Pero también ha sido crear esta camaradería que, al paso de los años, se hace sólida como plástico unido por el pegamento de la amistad.
Y ahora me ha tocado la oportunidad de sumarme a este grupo de experimentados modelistas y formidables personas. Por el tiempo venidero, será aprender y, muy probablemente, echando a perder uno que otro modelo que, en mejores manos, sería una pieza de museo. Me toca a mí aprender de estos expertos, asimilar la experiencia y disfrutar de la plática, las historias y la calidez de este formidable grupo de amigos.
IPMS México: gracias por la hospitalidad.
El volver a las raíces de un pasatiempo de toda la vida es algo que se vive cuando se ha vivido en el exterior.