01 febrero, 2016

La nota la tiene Silvana Galván...

Cuando uno vive en el exterior, se tiene la oportundad de conocer a mucha gente, de las más diversas actividades.

A veces como parte del trabajo, otras como nuevas amistades, incluso por casualidad.

Y lo mismo son celebridades, que el vecino de la casa de al lado. Todos, por igual, son oportunidades de encontrar nuevas e interesantes personalidades.

En mi línea de trabajo uno conoce a líderes de opinión, a gente de la comunidad, a políticos, a industriales. Y a gente trabajadora, amas de casa, estudiantes, choferes, empleados de oficina...

Y a quienes le temen muchos de mi gremio: la gente de los medios...

Todos sabemos que una declaración descuidada, una opinión no pensada, una ambigüedad, todo puede ser usado por los medios. A veces para bien, pero también para mal. Todo sea por sacar la nota del día. Y no es que los reporteros y reporteras le tengan tirria a uno (aunque nunca falta algún rencoroso), ellos siguen la nota que pueda ser más atractiva a la Mesa de Redacción. Y, por desgracia, no es siempre el logro, o la noticia positiva. Nuestra morbosidad (si es que así se dice) vende más que la satisfacción del éxito obtenido. Lo escuchaba de un reconocido periodista mexicano hace poco tiempo: un medio con solo buenas noticas, saldría de circulación en pocas semanas. Vende más el Chapo que el equipo de la UNAM que ganó la Olimpiada de Robótica.

Sin embargo, no todo es tan tétrico en el panorama periodístico. Me ha tocado conocer reporteros y periodistas que son gente mesurada que buscan, por igual, lo bueno y lo no tan bueno de una nota. De todo hay en la viña del Señor. Gente seria de los medios que saben dejar claro, antes de una entrevista, que la razón de las preguntas más álgidas son para dar a la Opinión Pública la información que merece, no es por fastidiarlo a uno, pero cuando el tema es espinoso, hay que tomarlo por las espinas más puntiagudas para llegar al fondo de la noticia. Yo veo eso como una actitud profesional y objetiva. Uno no tiene la culpa de las noticias delicadas, pero es uno el que tiene que dar la cara al medio para resolver sus preguntas y su necesidad de conocer todos los detalles.

Debo decir que mi experiencia personal con gente de los medios ha sido, en general, positiva. Salvo un caso de un comentarista que me emboscó al aire con preguntas que cuestionaban el trabajo de la oficina en que yo estaba en esa época, sin ser el tema de la entrevista, los demás comunicadores con quienes he interactuado han sido profesionales de primera línea. Y les agradezco su cuidado en que la nota en la que yo participaba fuera de calidad, con contenido útil para el público y con verdadero valor periodístico.

Nombres como Nancy Leal, Ana María Vargas, Claudia Torrescano, Carlos Tamez, Norma García, Angel Pedrero, son sólo algunos de esos distinguidos comunicadores.

Sin embargo, hace unas pocas semanas me tocó conocer una reportera que ha sido pionera en su campo y que, por azares del destino, coincidimos en un evento de la forma más disímbola.


Silvana Galván.


Todo se dio en una comida oficial en Palacio Nacional, en la Ciudad de México, a la que me tocó asistir. La anunciadora designada para llevar el desarrollo del evento tenía una voz agradable y cordial. Y sucedió que la mesa en que me asignaron, quedaba cerca de donde estaba la anunciadora. El caso es que quedó un lugar disponible en nuestra mesa, ya que no llegó un invitado, y pidieron que la anunciadora ocupara ese espacio. Platicando con ella, resultó que su nombre me era familiar de los tiempos de la TV de los 80's del Siglo XX, y la recordaba con una de las voces institucionales de Canal 13. Era Silvana Galván.

Conversando durante la comida, pude enterarme de que la trayectoria de esta reportera y periodista era mucho más que la de una simple anunciadora (y no es que sea poca cosa, pero los logros que ella consiguió para las mujeres en TV son mucho mayores que esta sola actividad). Silvana fue la primera reportera de deportes que tuvo el Canal 13, en una serie que hicieron con motivo de una Copa del Mundo, y que fue "Los Protagonistas". Ella fue la visión de las esposas de los aficionados que iban al evento, que no estaban por su pasión por el futbol, sino mas bien para visitar un país en donde se jugaba la Copa del Mundo, y las entrevistas y reportajes que hizo en esa oportunidad, bajo esa visión, le dieron un punto de vista diferente, innovador y divertido a las transmisiones que presidía José Ramón Fernández.

Y así siguió la trayectoria y la conversación, hasta llegar a ese momento, en que trabajaba para el Centro de Producción de la Presiencia y que, en esa ocasión, le había tocado ser la anunciadora. Y he de decir que lo hizo con el aplomo de una profesional, máxime que, por distraerla con nuestra charla, casi pierde el cierre del evento, pero casi pierde también el discurso del Presidente, pero con gracia y elegancia, logró subsanar la omisión, considerando que el cambio del orden de las actividades de la comida se había dado pocos minutos antes del evento.

La secillez con que nos contaba sus peripericas en las Copas del Mundo o al cubrir otros eventos deportivos, hacían que Silvana Galván fuera una periodista merecedora de admiración, tanto por su trayectoria, como por la sencillez de su trato y de su charla. Eso hizo que un evento oficial fuera una velada con una persona verdaderamente interesante.

Ya para despedirnos, le pedí si aceptaba tomarse una "selfie" conmigo, y lo aceptó de buna gana y, creo yo, hasta con cierto halago, y yo la agradecí de verdad:



Entre las prisas de terminar el evento y de pasar a lo siguiente, cada uno en lo suyo, no fue la gran foto, pero para mí tiene un gran significado. Deseo que Silvana pueda ver esta entrega, un pequeño homenaje a la trayectoria de una pionera de la comunicación en México.

Experiencias que hacen que estar en el exterior adquiera un signficado especial.

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