26 mayo, 2014

Manolito y Buck

Cuando uno vive en el exterior, se lleva el menaje de casa de los enseres y accesorios del hogar, pero también se lleva el bagaje de recuerdos, vivencias, experiencias, personas, lugares, que nos han formado a lo largo de la vida y de la ruta.

Y entre lo mucho que se guarda en la bodega y en la memoria, uno pierde rastro de lo almacenado, pero de la nada surge siempre algo que nos hace caer en cuenta de lo que tenermos y nos lo hace nuevamente presente. Así me pasó con una noticia que recientemente escuché. Resulta que hace algunos días falleció un destacado actor mexicano: Sergio Bustamante. Tuvo una gran trayectoria en el cine, el teatro, la televisión... y en el doblaje.

Él dió voz en español a muchos actores de series norteamericanas que fueron vistas por cientos de miles de hogares en toda América Latina en los 60's y 70's del Siglo XX. Muchos de nosotros crecimos oyendo su voz como el capitán Lee Crane de "Viaje al Fondo del Mar", o como el Prof. John Robinson de "Perdidos en el Espacio", por sólo citar un par de ejemplos. Pero el personaje que me atrajo en esta ocasión fué el de Buck Cannon de la serie de "El Gran Chaparral". Una trama que se desarrolla en la Arizona del Viejo Oeste, en que el dueño de un rancho llamado "El Gran Chaparral" tiene una serie de aventuras en que lidia con forajidos, apaches, y acompañado por su esposa Victoria, su hermano Buck y su cuñado Manolito (¡así se llamaba, se los aseguro!). Aparte de la acción, los balazos y demás, lo divertido era la interacción, casi diría yo complicidad, de Buck y Manolito que, ante todo, eran amigos que se ayudaban en las buenas y en las malas, en las cantinas y en el peligro. Para muestra, por favor vean este episodio:


Entre la nutrida audiencia de esta serie estábamos dos chicos de preparatoria llamados Alberto y Gerardo. Este par de chicos se conocieron de una manera singular: estaban en la misma preparatoria, en donde Gerardo, a quien muchos conocían como "Chícharo" (no me pregunten por qué y no me ha parecido muy correcto preguntarle) gozaba de cierta popularidad y era bastante conocido. Recuerdo una vez que estaba un grupo de compañeros jugando basquetbol en el patio de la escuela y, entre ellos, estaba Gerardo. Llegó a tal grado el interés de la mayor parte de todos los alumnos que estábamos en el descanso, que cuando Gerardo tenía el balón, una palabra, más bien una porra, salía de esa multitud observaodora: "¡Chícharo! ¡Chícharo!" y aplausos cuando hacía una buena jugada, no les diré de la exhaltación cuando anotaba una canasta...

Pero algo que no muchos sabían de Gerardo es que que tiene una gran afición por la historia militar, especialmente de la Segunda Guerra Mundial. Y es aquí donde yo entro en escena. Resulta ser que en un descanso de tantos, entré a la cafetería de la escuela y estaba Gerardo con otro amigo, que después de ese encuentro también cultivé mucho, y estaban discutiendo sobre un mapa de Rusia en los años 40's y de cual sería la mejor manera de invadir Stalingrado. No pude dejar de ver lo que estaba sucediendo y, muy respetuosamente, pedí permiso de dar mi opinión. Ellos, muy amablemente, me dieron oportunidad y, luego de yo marcar algunos movimientos de efectivos en lo que, yo pensaba, podría ser una buena estrategia, recibí su aprobación. De ahí, empezó una amistad que ha durado desde los 80's hasta el día de hoy.

Luego vinieron las idas a comer a casa de uno y de otro, el compartir el gusto por el beisbol (¿recuerdas la mancuerna "Mago" Septién, "Sonny" Alarcón y Tony de Valdés?) o el modelismo. Me enseñó mucho de los Beatles (Gerardo me dió a conocer el Álbum Blanco y la canción (?) "Revolution No. 9" (muy... peculiar)). Fueron oportunidades muy valiosas de conocer una mente brillante y una persona invaluable. Gozó del aprecio de mis padres y yo del de su madre y su abuelita (su padre había fallecido cuando era muy pequeño).

Pero lo que creó un chiste compartido era el ver "El Gran Chaparral". Gerardo y yo disfrutábamos de ver las locuras que ponía Sergio Bustamente en los labios de Cameron Mitchell, el actor que encarnaba a Buck Cannon, así como el ver la complicidad amistosa con Manolito Montoya. Tal fue ese gusto que Gerardo y yo nos volvimos "compadres", tal como lo eran Manolito y Buck en la serie. Y hasta llegábamos a imitar el acento arrastrado y medio cansado que ponía Bustamente en el personaje, y nos intercambiábamos el ser Buck o Manolito, según la broma o el ánimo. Ante todos, el diálogo era de lo más normal. Entre los dos amigos, Alberto y Gerardo, Buck Cannon y Manolito Montoya cotorreaban de cualquier cosa.

Aun después de terminar la preparatoria y emprender la carrera universitaria, conservamos el contacto por teléfono, visitas ya menos frecuentes, pero siempre sabiendo el uno del otro. El encaminó sus pasos hacia el periodismo (no al País Extranjero). Yo hacia leyes y, eventualmente, al Servicio Exterior. El sirvió como corresponsal de una agencia de noticias en Estados Unidos y en Europa. Fue en este momento en que hubo una breve desconexión pero que, a los pocos años, se restableció la comunicación y pudimos ponernos al día y retomar la la conversación en donde se había suspendido. Todo gracias a una de las maravillas de la tecnología de esos tiempos: el flamante correo electrónico. Ya después pasamos al teléfono y pudimos vernos algunas veces.

Al día de hoy, Gerardo vive en Chicago, tiene una linda familia (a la que pudimos conocer en California, cuando estuve asignado por allá), se encarga de las relaciones públicas de una organización para beneficiar a personas de la Tercera Edad en Illinois, y escribe un extraordinario blog llamado "En la Ciudad de los Vientos" También ha publicado un libro (a cuya presentación en México pude asistir, y tuve la fortuna de darle un abrazo muy apretado después de muchísimos años) con relatos de la comunidad mexicana en Chicago titulado "A Veces Llovía en Chicago" (lo pueden buscar en Amazon en este enlace http://www.amazon.com/veces-llovia-Chicago-Spanish/dp/0980004268/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1401081063&sr=1-1&keywords=gerardo+cardenas (no es inserción pagada ni mucho menos). Recientemente ha incursionado en la poesía y, diría yo, con mucho éxito e inspiración.

Pero de Gerardo Cárdenas el periodista, el escritor, el poeta, el estratega, el "Chícharo", conservo como un tesoro invaluable la amistad y el aprecio del ser humano que me ha acompañado, de una manera u otra a lo largo de muchos años. Una amistad que ha trascendido fronteras, experiencias, pero que siempre ha estado unida a la amistad televisiva de Buck y Manolito, ¿no es verdad compadre?


La amistad sincera y de toda la vida es uno de los tesoros que más valen cuando uno está en el exterior.

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