10 junio, 2016

Generación tras generación

 Cuando uno vive en el exterior, uno desarrolla la capacidad de observar su entorno de una manera diferente, y lo que es cotidiano adquiere una nueva e interesante dimensión.

El ver las cosas que ahora se consideran de todos los días, y reflexionar un poco sobre su presencia en nuestra vida diaria, nos lleva a darnos cuenta de que somos testigos del paso del tiempo, y que nos genera una perspectiva que no habíamos siquiera imaginado.

En estas últimas semanas, CNN ha estado proyectando series relativas a dos períodos históricos que han marcado el final de una era y el comienzo de otra: los 70's y los 80's. Si bien es cierto que se circunscriben mucho al contexto estadounidense, no podemos dejar de admitir que mucha de nuestra carga cultural la recibíamos de ese país. Modas, programas de TV, películas, libros, ideas, costumbres, conceptos... Efectivamente, los acomodábamos, o como ahora dicen tropicalizamos, a nuestra idiosincrasia, pero todo eso fue parte de nuestras vidas en esos años. Y, en mi caso y por mi edad, lo alargaría tal vez a los 60's.

Para quienes vivimos en México en los mil novecientos sesenta y algo, no comprendíamos la realidad sin tener una televisión en blanco y negro en la sala de la casa, y si la veíamos de cerca, distinguíamos las líneas que formaban la imagen. 525 de esas líneas, según escuché alguna vez en un comercial en canal 5, eran nuestra ventana al mundo real y a la fantasía y la ficción. Algunos tuvimos la fortuna de que fuera enooorme, como una consola, con sus dos bocinas a los lados de la pantalla, o cinescopio como le decían los técnicos de "Servicio Técnico Cisneros", que fueron el servicio casi obligado cuando la tele se dañaba o se le quemaba un bulbo. Para otros, el televisor era un aparato del tamaño exacto de la pantalla, y había quienes tenían teles portátiles, y los veíamos con profunda envidia....

Con esa ventana pudimos asomarnos a muchas cosas, muchos lugares. Las mamás veían "Simplemente María" con Saby Kamalich, "Gutierritos", "Agueda", "EL Amor tiene cara de Mujer", "Muchacha Italiana viene a casarse", "La Mentira", y así podría seguir la interminable lista de telenovelas que hacían reír, llorar y enamorarse a las chicas de esos tiempos. Galanes como Ricardo Blume, Enrique Lizarde, Enrique Alvarez Félix, Enrique Rocha, hacían suspirar a las adolescentes que se sentaban en la sala de la casa, junto con sus mamás, a ver la novela, o que la veían de contrabando, el lugar de hacer tarea.

Los chicos veíamos canal 5, y programas como el "Club Quintito", "Telekinder", eran con los que empezaba la hora de tele para los chicos. Después nos deleitábamos con "Don Gato y su Pandilla" (de quien soy absoluto fanático, y de quien aprendí frases verdaderamente sabias como "es inconsútil que se parezca o no al alcalde" cuando la mamá de Benito Bodoque iba a ir a visitarlo a Nueva York... ahí se las dejo de tarea); o "Los Supersónicos", que nos daban una visión del futuro divertida y prometedora. Huckleberry Hound, el Oso Yogui, Tiroloco McGraw, Pixie y Dixie con el gato Jinx (un ratón con acento mexicano de arrabal, un ratón cubano y un gato majo) y otros personajes de Hanna-Barbera nos hacían reír con sus locuras. Tom y Jerry lograban, sin decir una sola palabra, revolcarnos a carcajadas con su eterna pelea. Ya más en la noche, explorábamos otros mundos con "Perdidos en el Espacio" o "Viaje a las Estrellas" (ahora recordada con su nombre en inglés "Star Trek", declarándome yo públicamente trekkie fuera del clóset), o las profundidades del océano en "Viaje al Fondo del Mar". "Tierra de Gigantes" o "El Túnel del Tiempo" nos mostraban cosas y situaciones inverosímiles de manera muy emocionante.

En la noche los adultos veían "Ironside", "Los Invasores", "La Mujer Policía", "Patrulla Juvenil", "Cannon", "Kojak" y otras series ya no tan de chicos porque salían temas de homicidios, crímenes, violencia y esas cosas que no deben ver los pequeñines (al menos éso nos decían, pero cuando nuestros padres estaban fuera por ir a una visita o fiesta... ¿qué hacía uno? pues quedarse viendo la tele hasta las 11:00 de la noche o más tarde, viendo esas series, ¡y eran formidables!).

Pero también estaban los noticieros. Una generación creció viendo "24 Horas" con Jacobo Zabludovski, y de quien se podrán decir muchas cosas, pero por mucho tiempo fue un punto de referencia en la opinión de muchas personas, desde políticos hasta personas de la vida diaria. De sus filas salieron reporteros y periodistas que marcaron una época en el periodismo mexicano: Guillermo Pérez Verduzco, José Cárdenas, Ricado Rocha, Lolita Ayala, y nos acercó a voces como Jesús Hermida o Joaquín Peláez, inteligencias europeas que formaron parte de su equipo. Siempre recordaré la despedida de Jesús Hermida al término a su comentario, con su voz grave y a la vez melodiosa, y su acento peninsular: "buenas noches y La Paz". Esa sencilla frase adquiría un significado especial si pensamos que era la época en que estaba lo más recalcitrante de la guerra de Vietnam.

Nuestra generación tuvo a Vietnam en sus casas en el noticiero de la tarde. Vio llegar al hombre a la Luna. Vio jugar a Pelé el Mundial que le logró a Brasil la Copa Jules Rimet de manera perpetua, y que después fuera robada en su museo sudamericano. Presenció la llegada de Pinochet al poder en Chile, con la sangre de Salvador Allende en sus manos y su conciencia. Escuchó de la BBC la crónica de la Guerra de las Malvinas. Fue testigo del nacimiento de la computadora personal y del surgimiento de Apple como una forma de vida. Tuvo la oportunidad de atesorar imágenes de la televisión en vídeocassettes, primero Betamax y luego VHS. Logró que la tecnología saliera de los laboratorios y las grandes empresas y llegara a cada vez más hogares. Tuvimos un Papa que trascendió el tiempo y se hizo parte de la vida diaria, y que pensamos que seguiría con nosotros hasta el fin de los tiempos. Disfrutamos a los Beatles y lloramos perder a John Lennon y a George Harrison. Vimos a Dalí en su esplendor y supimos que Andy Warhol le tenía mejores usos a las latas de sopa que solo guardar comida. Hicimos a John Travolta parte de nuestro imaginario bailando disco en una pista de colores. Nos dio a Peter Gabriel, a Phil Collins, a Kiss y a Metallica. Aprendimos que el mundo es una esfera azul y que somos materia estelar que ha tomado su destino en sus manos.

Los baby boomers nos precedieron, y nos siguieron la Generación X y los Millenials. Nos tocó terminar un siglo y empezar otro pero, a diferencia de nuestros abuelos y bisabuelos que vivieron una experiencia similar, nosotros cerramos un milenio y recibimos uno nuevo.

Cuando la televisión empezó a verse a color, éramos niños, tal vez entrando a la adolescencia. Nuestros hijos disfrutan y dan por hecho la pantalla plana, Internet, Wikipedia, Facebook, el teléfono inteligente (no digamos el celular). Han visto dos Papas en menos de 10 años y la Copa FIFA en el fútbol. Las laptops son material escolar y las tabletas son juguetes para entretener a los pequeños. Los autos están dejando la gasolina atrás para usar combustibles menos contaminantes, e incluso empiezan a aprender a manejarse solos.

Nosotros siempre entendimos como obvio el tener TV, como nuestros padres crecieron con el radio en sus salas y recámaras, y nuestros abuelos con el gramófono para escuchar música.

Cada generación hemos tenido motivos para considerarnos especiales. Privilegiados. Y de hecho lo hemos sido. Mi abuelo supo en su infancia del hundimiento de Titanic, y vivió la Segunda Guerra Mundial. Mis padres vivieron el surgimiento de la Unión Soviética como el gran villano, enemigo de la democracia y la muerte de John Kennedy y Martín Luther King. Si hacemos un recuento de los acontecimientos históricos que se han dado desde el inicio del Siglo XX hasta el día de hoy, veremos que la Humanidad, de manera vertiginosa, ha vivido y ha sido protagonista de una cantidad inmensurable de eventos, personas, logros y tragedias.

¿Qué vieron los padres de nuestros abuelos, o qué verán los hijos de nuestros hijos? La primera parte de la pregunta la responderían los libros de Historia. La segunda parte una bola de cristal.

Hay quien dice que su generación es la mejor de todas. Pero en realidad omnes generationes han sido por igual, oportunidades para que la Humanidad crezca y sea mejor, pero también espacios para dejar ver lo peor que el Ser Humano puede hacer para sí mismo y para todo lo que le rodea.

Lo saludable es saberse de su generación y saborear esa conciencia. No aspirar a buscar la juventud ya pasada ni a repetir las experiencias de la adolescencia. Hace mucho que llegamos a la edad en que  la calma es lo sensato, y el ruido estridente una molestia. Pero tampoco caer en la depresión del que piensa que la vida no tiene ya nada que ofrecer. El justo medio es la mejor muestra de madurez que uno puede dar, para sí mismo, y para todos lo que forman parte de nuestro alrededor.

Reflexiones sobre la vida que uno hace cuando se está en el exterior.


1 comentario:

jackelino dijo...

Me gustó mucho tu reflexión, pero sobre todo me encantó lo comentado en los dos últimos párrafos, por la singularidad y sencillez para expresar: “Aprender del pasado, vivir el presente, soñar el futuro”.